Los guatemaltecos que sirvieron en las diferentes clases del Ejército de Guatemala durante el enfrentamiento armado interno; luego de los llamados acuerdos de paz, y los subsiguientes eventos a todas luces parcializados ideológicamente, quedaron marginados, desprotegidos y en un estadio desventajoso; y desde esa perspectiva, pueden explicarse los actos vandálicos en el Congreso de la República. Los veteranos militares son guatemaltecos que efectivamente entregaron años de su vida en defensa de los principios de la democracia, enlistados en las filas militares en un alto porcentaje de manera obligatoria, entrenados y enviados a diversas áreas de combate, donde fueron ganadores de una serie de batallas, producto de la disciplina, jerarquía y un buen entrenamiento para el combate, proporcionados por la institución armada.
La historia de los veteranos militares coge fuerza social porque la base emerge de las clases más pobres de Guatemala y que la constituyen sus soldados; un esquema cíclico de cada dos años alimenta y releva toda la fuerza del ejército y los convierte en una fuerza en disputa cada vez que se acercan los procesos electorales, que los convierte en mercados de intereses políticos partidarios, pues significan un voto disciplinado, aumentado por el fracaso de sus demandas económicas despertadas de manera irresponsable hace ya varios años y que es lo que ha generado el conflicto hoy vigente, mismo que se ha convertido en un factor de presión social, sin un liderazgo unificado y responsable que oriente sus demandas de manera seria, planificada y de acuerdo a las posibilidades económicas del país; atomizados liderazgos que no han logrado encausar una propuesta sólida unificada. Este polvorín de desconfianza y de desazón desató acciones violentas en el Congreso de la República recientemente y que ahora pone incluso en una posición crítica sus líderes. Lo cierto es que quienes hoy se les conoce como veteranos militares son guatemaltecos en situación de pobreza, merecen tanta atención como a otros sectores en igual condición.
Los soldados veteranos con liderazgos diversos encontrarán una serie de tropiezos en sus demandas, mismos que serán motivo de tentaciones de tipo partidista en la futura contienda, lo que puede llevar a no muy feliz término sus demandas, en tal virtud los exsoldados debieran apuntar a la unificación, en un posible liderazgo externo que capitalice sus demandas y que asegure la participación de representantes legítimos de la tropa guatemalteca en las estructuras partidarias y gubernamentales, de lo contrario estarán siendo utilizados en los procesos electorales, sin esperanza de ver sus demandas tan siquiera comprometidas de manera seria y segura. Agrupados pueden tener un potencial político de grandes proporciones, pues además de quienes participaron en el enfrentamiento armado interno, pueden agrupar a quienes cada dos años pasan a formar parte de los exsoldados del ejército con un marco disciplinario, que puede ser útil en función no solo electoral, sino de beneficio social. Y si por el contrario siguen atomizados de liderazgos solo representarán una amenaza a la seguridad pública y por consiguiente se convertirán en enemigos de la paz social, seguramente ellos y sus lideres no pretenden tal situación.