El presidente Alejandro Giammattei no reconoció el salvadidas que le lanzó Estados Unidos con donaciones de vacunas. Foto La Hora/Presidencia

Vivimos momentos erráticos en términos de las relaciones internacionales porque por superar la crisis interna, provocada por las investigaciones sobre actos de corrupción, el país da bandazos que son realmente comprometedores. Por un lado nos enfrentamos a Estados Unidos, país al que ni siquiera se le reconoce el importante salvavidas que le lazó a Giammattei con la donación de vacunas en el momento más crítico de la estafa rusa, mientras que las relaciones con los rusos sufrieron las consecuencias del destape del negocio de la alfombra y de la estafa con la Sputnik V, por lo que tampoco hay de momento mucha afinidad y espacio por ese lado. Y por si fuera poco, el gobierno se decanta por Taiwán, lo que sepulta las relaciones con China que algunos ansían como salvaguarda por si pasa algo con EUA, lo que nos coloca en un papel de autoaislamiento pocas veces vivido.

Con la Unión Europea las cosas no marchan tampoco porque fuera del respaldo que el gobierno sigue recibiendo de España, el resto de países denuncian el problema de la cooptación de la justicia y han emitido comunicados con relación a la forma en que opera el Ministerio Público y las altas Cortes en contra de los funcionarios y jueces que ejercen sus funciones con dignidad y apego a la ley.

Todo ello en medio de una pandemia mundial que sigue causando problemas a la humanidad y que nos hace a todos más dependientes unos de otros, sobre todo a los países que carecemos de recursos suficientes para mejorar nuestro sistema de atención en salud y para proveernos de vacunas y medicamentos que puedan salvar vidas.

Y todo el problema está centrado en el modelo político que se ha asentado en el país y que arrancó con la cooptación del Estado, pero que se ha perfeccionado en este régimen por pura necesidad. La impunidad dejó de ser una aspiración para convertirse en una sentida urgencia debido a las situaciones que ya son de dominio público y aunque internamente la ciudadanía no se percate de la forma dictatorial del modelo, afuera si lo entienden perfectamente y por ello se marca distancias con un régimen que se decantó abiertamente por la corrupción y la impunidad.

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