Ayer las autoridades científicas, a cargo del control de enfermedades en Estados Unidos, emitieron una disposición de enorme impacto al afirmar que las personas totalmente vacunadas pueden prescindir del uso de la mascarilla que viene acompañando a la humanidad desde el año pasado. Con el índice de contagios a la baja y aumentando la cantidad de vacunaciones, el retorno a la normalidad parece más cercano y el anuncio tiene, además, el ingrediente de que motivará a muchos de los que aún no se han vacunado a hacerlo pronto, para poder beneficiarse de esa nueva disposición.
La forma en que fueron desarrolladas las vacunas durante el año pasado y se empezaron a aplicar, especialmente a lo largo de este año, constituye una respuesta sin precedentes para una pandemia que sigue haciendo estragos y que ahora tiene en India y en América Latina las regiones más comprometidas y fuera de verdadero control. En el caso de India por un manejo errado de la situación al relajar todas las medidas sin que hubiera suficiente cantidad de vacunados y en América Latina simplemente porque muchos gobiernos no han podido comprar vacunas y la población no tiene acceso a esa maravillosa medicina.
Al margen de que pueda surgir alguno que diga que tampoco los que tomen Ivermectina tienen que usar mascarilla, lo cierto es que en la medida en que la población mundial va teniendo más acceso a las vacunas el panorama cambia y se puede esperar más rápidamente una reactivación económica generada por la mayor producción y no simplemente por la mayor recepción de divisas y por ello es que lo que está pasando en Estados Unidos debiera servir de acicate a la población guatemalteca para vacunarse, aquellos que ya están en rangos habilitados, o para demandar con mayor exigencia la vacuna que se ha demostrado tan eficiente para controlar el Covid-19.
Más que la mascarilla, es el distanciamiento social necesario lo que complica la vuelta a la normalidad porque, para empezar, no disponemos siquiera de un eficiente transporte público que pueda operar con los aforos establecidos. Pero todo ello, mascarilla y distanciamiento, desaparecerán en la medida en que más gente esté vacunada y vayamos alcanzando poco a poco la inmunidad de rebaño que nos permitirá convivir con el virus causante de esa crisis mundial. Porque el virus no desaparecerá sino que estará allí y puede ir mutando, lo que demandará mayor eficiencia en la vacunación para que podamos sumarnos a los países que, por un verdadero manejo eficiente de la pandemia, protegen a su gente.