Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Barrientos

El adjetivo chairo es relativamente nuevo o de reciente uso común, calificativo injurioso que hace referencia a las personas que van en contra de la tendencia política de derecha; también es de uso más reciente el derechairo, que se refiere a las personas que van en contra de la política de tendencia de izquierda; sin embargo, ambos son términos de uso peyorativo con tal de ridiculizar tales posiciones, por lo que a ninguno de estos opuestos les agrada los mencionados calificativos. Resulta que tales términos y a quienes así se les califica terminan siendo una realidad en el espectro de la anacrónica ideología política, y resulta muy conveniente para quienes viven de la conflictividad, bajo el mantra de la polarización que resulta no ser tan ideológica, pues termina siendo más una polarización corporativa y utilizada por quienes en tales gremios políticos tienen un interés personal o corporativo.

En el escenario de confusión en el que se ven involucrados, cautivados o utilizados quienes hacen de chairos o derechairos, claro está, se auto excluyen quienes utilizan muy consciente y deliberadamente a tales cautivos, es más, a las personas que utilizan, pagan, o convencen, en adoptar posiciones romántico políticas de ambos extremos suelen identificarlas con tales adjetivos y por supuesto sin dejar de verlas de manera peyorativa, desde el momento que no les asigna la capacidad de identificar la causa que defienden, o la ignoran muy convenientemente y se les utiliza como instrumentos. Las corrientes de izquierda y derecha están tan arraigadas en la sociedad adulta que sin duda está muriendo con tal generación y están surgiendo nuevas tendencias que a su vez, por la interconectividad y dinámica socio global está cambiando muy aceleradamente, de tal cuenta que los jóvenes ya sea informados o mal informados no sienten identificación alguna por la izquierda o la derecha, ni se consideran chairos o derechairos, pues sendas corrientes les resultan poco interesantes por cuanto las administraciones de las opuestas corrientes solo han dejado legados de desgobierno.

En consecuencia, se visualiza con esperanza que cada vez más, las banderas de las corporaciones políticas que utilizan a los chairos y a los derechairos para lograr sus objetivos políticos, se están quedando con menos masa utilizable, la juventud no se identifica con ningún extremo, incluso muestra desinterés por la democracia o la autocracia; en el horizonte hay una luz en el camino, que será el equilibrio y la búsqueda del bien común. En tal sentido en los próximos eventos político-electorales empezarán a notarse intentos de equilibrio y sensatez, ya es tiempo que el muy práctico bien común empiece a prevalecer, lastimosamente es un cambio generacional y por consiguiente tendremos que llevarnos al cielo los adultos nuestros traumas ideológicos corporativos, más ligados al mal que al bien común, esta generación no dio la talla para propiciar la convivencia pacífica. Los jóvenes tienen la libertad de adoptar la ideología que les parezca, solo deben asegurarse a qué responden tales corrientes, de lo contrario solo los utilizarán como chairos o derechairos y los beneficiados seguirán siendo los mismos, que por cierto no se consideran ni chairos ni derechairos.

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