Pedro Pablo Marroquín

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Esposo, papá, abogado y periodista. ¡Si usted siempre ha querido un mejor país, este es su momento de actuar!

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Pedro Pablo Marroquín Pérez
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@ppmp82

Transformar Guatemala pasa por el Congreso. Podemos hacer algunas cosas sin que pase por el legislativo, pero el fondo, lo estructural, lo que debe tocar las fibras de un sistema perfecto para delinquir con poder e influencia, pasa por las mafias que controlan el Organismo Legislativo.

Los cínicos que no desean que la cosa cambie y los escépticos que han perdido la fe dicen que el cambio sostenible de Guatemala es casi imposible por eso, porque para lograr lo que necesitamos quedamos a “merced” de los miembros de la alianza oficialista que lejos de ser los “Padres de la Patria”, son los “Celosos Guardianes del Sistema”.

Pero ya hemos tenido suficiente para darnos cuenta que el Congreso se mueve cuando tiene necesidad. Si la necesidad es para hacer negocios de forma más expedita y democratizar el “hueveo” aumentando los montos de baja cuantía y compra directa en la Ley de Contrataciones, lo hacen contra viento y marea porque saben que eso les significará más negocios y más dinero disponible para lograr sus acuerdos y llenar mejor sus bolsillos.

Entonces si ya sabemos que el Congreso si se mueve cuando no le queda de otra, muy mal hacemos los ciudadanos de no tenerlos a raya y constantemente presionados para que no les sea tan fácil vernos la cara.

Tenemos el Congreso que hemos dejado que se construya. Nuestra pasividad, silencio, acciones y omisiones han pavimentado el camino para un reducto de mafiosos que desde el Congreso pretenden mantenernos atados a las rutas de corrupción que ellos manejan y que facilitan para otros.

Si no atinamos a presionar, evidenciar y desnudar las mañas del Congreso, la podredumbre tendrá sostenibilidad asegurada por muchos años más.

Los diputados más que desde el poder, operan desde el miedo que genera la posibilidad que algunos de ellos enfrenten consecuencias. Felipe Alejos hace unos meses se sentía intocable, bien conectado con las mafias, capaz de quitar, poner, negociar, hacer y repartir dinero a diestra y siniestra y su realidad hoy es otra.

Sabe que lo tienen “vacunado” y por eso su tono es otro, pero no hay que confundirnos. Alejos fue descubierto pero como él hay varias docenas de Congresistas que disfrutan su dinero mal habido en paz y con la tranquilidad que ofrece la indiferencia ciudadana.

Nunca habrá verdadera reforma al sistema de compras, al sistema de justicia, al sistema de partidos políticos y elecciones, al sistema de servicio civil, a la correcta explotación y uso de los recursos naturales si no somos capaces de poner el foco de atención en un Congreso que consigue los votos para las cosas que afectan al ciudadano honrado.

Claro está que por el Congreso, constitucionalmente, pasan los cambios pero los miembros del legislativo no actúan solos y tienen vasos comunicantes con los inquilinos que entran por el Callejón Manchén y por los que habitan en los “Palacios” de Justicia, sin olvidar a los particulares que tienen de aliados.

Si le indigna lo que hace el Congreso, indígnese primero por la actitud tan pasiva y “aguada” que hemos asumido como sociedad. Como bien dice el popular dicho, “el adicto solo tiene chance de dejar de serlo cuando reconoce que es adicto” y llegó La Hora de asumir que hemos sido aguados y permisivos.

A cambiar se ha dicho.

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