Uno de los temas más polémicos y sensibles en cualquier sociedad es el relacionado con los impuestos porque por un lado hay una natural tendencia de las personas, individuales o jurídicas, a pagar lo menos posible mientras que el ente recolector trabaja para alcanzar la máxima recaudación de acuerdo con las leyes existentes. No es una cuestión complicada porque, finalmente, todo se reduce a que cada quien busca que se aplique la norma al pie de la letra y en ese esfuerzo cada quien busca lo que más le beneficia.
Ayer la SAT anunció operativos realizados concretamente en el esfuerzo por detectar contribuyentes que puedan estar evadiendo el total de sus responsabilidades mediante procedimientos que ahora están sujetos a verificación por parte de la autoridad tributaria. Ayer informamos de los operativos que realizan las intendencias de fiscalización y recaudación en muchas empresas para detectar errores u omisiones que puedan afectar el ingreso fiscal que tanta falta hace en el país y se han encontrado algunas cuestiones con la facturación, no sólo entre empresas relacionadas, sino también en cuanto a la operación propiamente dicha.
Creemos realmente que el tema de la corrupción está en todos lados y una cosa es utilizar los medios legales para pagar lo que justamente corresponde y otra diferente es realizar simulaciones para evadir ese pago. Alguien podría pensar que tal y como están las cosas y el nivel de derroche en el gasto público para beneficio de los corruptos, es mejor no pagar impuestos, pero ello no sólo no resuelve el problema sino que nos colocaría a los contribuyentes en el mismo papel en que están los funcionarios que se embolsan el dinero público.
Uno de los impuestos más peculiares es el del Valor Agregado, puesto que los diferentes contribuyentes somos, al mismo tiempo, recolectores de ese tributo y cuando no se hace efectivo el pago, lo que hay es una apropiación ilícita de un recurso que no le corresponde a quien realiza la evasión. No es que se deje de pagar un tributo, sino que se deja de trasladar a la autoridad tributaria un impuesto que ya fue pagado por el consumidor final, sobre quien pesa la carga.
Es fundamental que entendamos que no podemos permitir que toda la sociedad se convierta en un remedo de nuestras élites y de la clase política que ellos financian. Es necesario que los ciudadanos asumamos nuestras responsabilidades, de manera que podamos exigir transparencia, pero sin recurrir a argucias que nos puedan colocar, tristemente, en el mismo papel en que caen los saqueadores del país.