Danilo Santos
¿A qué tipo de sociedad aspiramos en Guatemala? ¿Lo han pensado? Hasta el momento nuestras “aspiraciones” son construidas por el capital, por el consumo, por el celebritismo, el optimismo basado en el realismo mágico, y por supuesto, el pecado y la promesa de una vida mejor después de muertos.
Actualmente hay una crítica brutal a cualquier servicio del Estado, cualquiera, pensemos en cualquier contacto con los aparatos del Estado y nos daremos cuenta de que tenemos más quejas que cumplidos. Por otro lado, existe un endiosamiento de lo privado, aunque, si nos detenemos un segundo, y pensamos en cualquier contacto con lo privado, tampoco es que haya solo cumplidos, saltan muchas críticas y momentos de enojo. Bien entonces, no nos gusta el Estado tal cual es, pero tampoco lo privado resuelve nuestra vida y bienestar. La pregunta es qué hacemos en las dos esferas, hacemos algo por cambiar la situación que nos incomoda respecto a lo que tenemos en los gobiernos y el sistema, hacemos algo para cambiar la calidad de los servicios que adquirimos en lo privado. O nos conformamos con despotricar.
¿Cuál es el límite de nuestra anomia, qué es necesario para sacarnos las telarañas de la cabeza y mirar con claridad lo que está pasando y hacer algo?
El Estado guatemalteco tiene muchos problemas, es indiscutible, pero con todo y lo maltrecho que está, es la única vía para que exista un equilibrio en la sociedad. El problema está en cómo ha sido diseñado y quiénes lo han conducido por casi doscientos años. Lo privado en nuestro país, está lejos de ese sueño capitalista que hace suspirar a muchos, no existe libre mercado ni es cierto que todo lo privado es maravilloso. No es muy difícil darse cuenta de que la fórmula es que el Estado no funcione para que lo privado tenga más mercado.
El mercado no es justo, es pragmático, el que paga tiene acceso a lo que el mercado ofrece y el que no, no. No hay misterio en esto. Si no tenemos para pagar, siempre existe la deuda. Se dan cuenta de la perversidad.
Al Estado tributamos toda la vida, hasta que dejamos de respirar, sin embargo, no se recibe de vuelta en calidad de vida eso que damos para ese cometido. Una respuesta obvia al porqué esto no sucede sería la corrupción, sin embargo, es demasiado fácil eso, hay que profundizar y quizá entonces encontrar que más grave que la corrupción es nuestra anomia.
Hay mucho que pensar sobre todo lo anterior, mucho, y mucho más que discutir y construir. Guatemala tiene uno de los peores Estados de Latinoamérica y el mundo, altos niveles de pobreza, violencia, ausencia de lo público, abuso de lo privado, una clase política desconectada de la población y la realidad, y lo que ya normalizamos, está cooptado.
Dicho todo lo anterior, que Fundesa y CACIF sean llamados por el Gobierno para ayudar en el proceso de vacunación, parece un chiste perverso.