Amy Goodman y Denis Moynihan

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Amy Goodman y Denis Moynihan

El presidente de EE.UU., Joe Biden, anunció el retiro de todas las tropas estadounidenses de lo que llamó la “guerra eterna” en Afganistán para el 11 de septiembre. “Solo los afganos tienen el derecho y la responsabilidad de dirigir su país”, dijo Biden desde la misma sala de la Casa Blanca desde donde el presidente George W. Bush anunció la invasión estadounidense de Afganistán en octubre de 2001. En las dos décadas que transcurrieron desde entonces, más de 100 mil civiles afganos han muerto a consecuencia de la guerra, así como también 45 mil miembros del ejército y la policía afganos y al menos 3.500 soldados estadounidenses y de la coalición.

Zaher Wahab conoce bien el impacto que la invasión y la ocupación han tenido en su país de origen, Afganistán. Wahab es un profesor universitario especializado en educación de larga trayectoria y divide su tiempo entre Estados Unidos y Afganistán. Desde la invasión de 2001 ha estado ayudando a reconstruir el sistema educativo de Afganistán que se ha visto fuertemente deteriorado. “La invasión, la ocupación y el consiguiente derramamiento de sangre han destruido el país, su economía, sus instituciones, su infraestructura, su educación, su forma de vida y las relaciones entre los diferentes grupos étnicos”, expresó Wahab en Democracy Now! “Esta ocupación ha sido lisa y llanamente una catástrofe”.

Wahab continuó: “Estados Unidos y sus aliados nunca deberían haber atacado y ocupado Afganistán. Estuvo mal. Fue ilegal. Es posible que para Estados Unidos esta guerra termine, pero no así para Afganistán. El conflicto se intensificará. Es por esto que es necesario constituir de inmediato una fuerza de paz de la ONU”.

Todavía no hay ningún plan para constituir una fuerza de mantenimiento de la paz de las Naciones Unidas, y una demanda central de los talibanes en las negociaciones de paz en curso es el retiro completo de las fuerzas extranjeras antes del 1 de mayo, la fecha fijada por el expresidente Trump. El demorado retiro de las tropas estadounidenses anunciado por Biden podría empezar para ese entonces, ¿pero será tan completo como se prometió?

“[El retiro de tropas] no incluye a las miles de personas que forman parte de los equipos de operaciones especiales de Estados Unidos y de la OTAN y de los equipos de la CIA, así como tampoco a las decenas de escuadrones de bombarderos y aviones de combate, ya sean tripulados o no tripulados, que se encuentran en el área”, dijo Matthew Hoh en Democracy Now! Hoh es un ex miembro del Cuerpo de Infantes de Marina de EE. UU. que participó en la ocupación de Irak y luego ocupó un importante puesto en el Departamento de Estado en Afganistán En 2009, renunció a su cargo en Afganistán, a modo de protesta por la escalada de la guerra que ordenó el expresidente Obama en aquel momento. Actualmente es miembro emérito del Centro de Política Internacional. “La probabilidad de que Estados Unidos siga militarmente involucrado en el conflicto es bastante alta, aún en el caso de que se retiren los 3.500 efectivos estadounidenses y las tropas de la OTAN”.

En la entrevista con Democracy Now!, Hoh agregó: “La devastación que ha sufrido el pueblo afgano es difícil de imaginar. Ha habido millones y millones de personas refugiadas. Cerca del 70% de los afganos tienen que subsistir con un dólar al día. Prácticamente no existe ninguna industria en Afganistán”.

La estimación más reciente del costo financiero para Estados Unidos de la guerra en Afganistán durante los últimos 20 años, hecha por el Proyecto Costos de la Guerra, de la Universidad de Brown, es de 2,3 billones de dólares, lo que podría haber servido para construir grandes obras de infraestructura, tanto en Afganistán como en Estados Unidos. En cambio, Estados Unidos compró armas, construyó bases que pronto serán abandonadas y envió y desplegó sus soldados una y otra vez. El costo del cuidado de los veteranos heridos y de la deuda por el dinero que se pidió prestado para librar la guerra seguirá recayendo sobre las espaldas de los contribuyentes estadounidenses durante décadas. Esto no incluye los miles de millones de dólares que se gastaron para armar a los muyahidines afganos en su lucha contra el ejército soviético invasor durante la década de 1980: un gasto en armas y entrenamiento que décadas más tarde terminaron usándose en contra de Estados Unidos y sus aliados.

El 14 de septiembre de 2001, días después de los ataques de Al Qaeda en Estados Unidos, la congresista de California Barbara Lee habló en el hemiciclo de la Cámara de Representantes, donde expresó su oposición a la acción militar contra Afganistán. “No nos convirtamos en el mal que deploramos”, expresó antes de emitir el único voto contra la Resolución de Autorización para el Uso de la Fuerza Militar, que permanece vigente hasta el día de hoy. Esta semana, Lee celebró el anuncio de Biden de retirar las tropas de Afganistán y agregó: “Este es el resultado de décadas de arduo trabajo por parte de activistas, defensores y miembros del Congreso comprometidos a poner fin a nuestras guerras eternas. […] Debemos aprovechar este impulso para limitar las atribuciones del Ejecutivo en cuanto a los poderes de guerra […] y devolver ese poder a manos del Congreso y del pueblo”.

Lee también lidera un grupo de 50 miembros de la Cámara de Representantes que enviaron una carta al presidente Biden, instándolo a recortar el presupuesto del Pentágono. En un comunicado al respecto, Lee expresó: “Mientras nos enfrentamos a una pandemia mundial y a una crisis económica sin precedentes, las necesidades de las familias estadounidenses superan con creces la necesidad de continuar alimentando nuestro inflado presupuesto de defensa militar”.

El fin de la guerra en Afganistán es solo un comienzo. A esa acción deberían sumarse de inmediato medidas de reparación para el pueblo afgano. El presidente Biden también debería poner fin a las intervenciones militares de Estados Unidos en otros lugares, comenzando por Irak, y reducir el presupuesto militar. Después de décadas de guerra, démosle una oportunidad a la paz.

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