Sandra Xinico Batz

sxinicobatz@gmail.com

post author

Sandra Xinico Batz
sxinicobatz@gmail.com

He escuchado en distintas ocasiones comentarios sobre que la “cotidianidad de la pobreza” de las mayorías o de los sectores “populares”, hace que no comprendan o entiendan para qué sirve la Corte de Constitucionalidad, cuál es su función y por qué es importante para el país; el trasfondo de esta idea es un reclamo clasista a las “masas” de por qué no se movilizan o manifiestan para defender el “orden constitucional”. En lo que no se profundiza es ¿a qué orden se está haciendo referencia?

Cuando la normalidad de un sistema es este estado de cosas, más que padecer de ignorancia, lo que ocurre es que las mayorías a las que se hace alusión, no se ven reflejadas en los intereses que defienden las Cortes de este país, porque no es solo que las leyes no se cumplan, sino que muchas leyes se han hecho para oprimir, criminalizar y robar con legalidad. No es una desconfianza basada en el no conocimiento de las instituciones o sus funciones, sino que es precisamente que el sistema funciona muy bien para favorecer a los poderosos, a los que controlan el Estado.

Lo complejo del empobrecimiento es que anula nuestro ser político y reflexivo, no se trata únicamente de no tener dinero, es también la incapacidad de romper con los cercos mediáticos, los cuales hacen que perdamos la noción de la realidad y que nuestras prioridades sean por ejemplo, reclamar al Instituto Guatemalteco de Turismo (Inguat) por la “polémica” provocada con referencia a un video de Ricardo Arjona, pero cotidianamente negarse a escuchar las múltiples denuncias de las mujeres mayas sobre la folklorización que impulsa el Inguat y el uso que hace de su imagen y de los tejidos que pertenecen a los pueblos originarios.

La realidad de ese país con el que lucra el Inguat y que Arjona omite en sus canciones, es una de hambre e injusticia. Guatemala es un país racista y femicida que fuerza a las personas a desplazarse, que les obliga a migrar en condiciones degradantes. Ojalá todo se tratara de hermosos paisajes y románticas canciones comerciales.

Sentir orgullo por esa imagen de país que nos retrata como objetos exóticos, como adornos que complementan esos hermosos paisajes, es el resultado de ese nacionalismo racista con el que nos forman socialmente y que nos imposibilita abrir los ojos para ver la realidad. El Inguat tampoco es la única institución del Estado que utiliza la imagen “indígena” para favorecerse, hace unos días una confederación de organizaciones sociales de Quiché dio un reconocimiento a la fiscal general Consuelo Porras y las fotografías que utilizaron para promocionar la realización del evento, mostraban principalmente a mujeres mayas, como queriendo dar la idea que de los “indígenas” aprueban el desempeño de Porras en el Ministerio Público.

18 mil quetzales costó el anillo y el pin para la toma de posesión de Roberto Molina Barreto como presidente de la Corte de Constitucionalidad. Una vez más una Corte servil, encaminada a privilegiar a desfalcadores, narcos y saqueadores.

Artículo anteriorNo me obligués a mentir más, dictadura del prepotente opresor.
Artículo siguienteLa salida de Campo y los próximos 15 días