Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
Minutos después de la jugada del Congreso para asegurar control pleno, sin molestias, de la Corte de Constitucionalidad (CC), una amiga me hizo la pregunta que consigno en el titular de mi columna.
La respuesta fue: ¿Quién dijo que esto iba a ser fácil?, y agregué: la cosa es que tengamos el valor de hacer nuestro chance.
No se confunda, esto ha sido, es y será una cosa de nosotros los ciudadanos. Han llegado hasta donde han logrado porque hemos permitido (por acción y omisión) que en nuestras narices se consumen los hechos para afianzar un sistema capturado.
Las mafias han trazado su ruta: tras no contar más con el apoyo que representó la Casa Blanca de Donald Trump para minar la lucha contra la corrupción, los actores se han dado cuenta de la necesidad de fortalecer con un gran blindaje el frente interno, para aguantar lo que se pueda venir desde el frente interno con apoyo de esa comunidad internacional (mercados) que tanto necesitamos para los negocios.
Aislados pero libres, en nuestras casas dijeron unos y otros, aislados pero con las rutas y pistas aún activas dijeron otros, pero tanto los primeros como los segundos han entendido que para aguantar esfuerzos locales con apoyo internacional, necesitan el control de las instituciones clave para aplacar cualquier intento de denuncia o reforma.
Es la receta de Chávez, de Maduro y de la Venezuela con la que tanto nos amenazaron. En estas condiciones, sostener un plan McKinsey se vuelve una tarea muy complicada para sus impulsores de buena fe porque todo el plan pasa por la capacidad de la certeza jurídica y la única certeza que hay hoy en Guatemala es que las acciones del Congreso, Ejecutivo, Ministerio Público y la justicia tiene enormes avenidas si se ingresa por el callejón de quienes controlan el sistema.
La Corte de Constitucionalidad (CC), sin que se haya cumplido con las consultas, revocará las resoluciones en torno a los megaproyectos con licencias estatales y está por verse el efecto que eso tendrá en la conflictividad. Esos proyectos son vitales para el país y eran tan importantes que su punto de partida debió ser siempre la certeza de principio a fin y no los accesos que se tienen por la puerta paralela.
Antes de ir por los fiscales y los jueces independientes que aún batallan, hay quienes sugieren que primero hay que minar a las pocas voces que quedan y fortalecer a quienes mejor pueden defender al sistema. Por eso la ley de las ONG, la de reconciliación nacional y resolver en definitiva el tema del financiamiento para que se pongan estrellas en la frente, son parte del debate de la nueva CC.
Pero regreso al principio: esto ha sido, es y dependerá de nosotros los ciudadanos. La voracidad no tiene límites, entonces si usted no está contento con el rumbo que lleva Guatemala, no se quede callado, aún y cuando es difícil, no guarde silencio. Por imposible que parezca, aprenda a alcanzar mínimos y a no sentirse mal de platicar y buscar terreno común con quien piensa distinto.
El miércoles Alfonso Muralles publicó:
La ética, nuestra fortaleza, nos debilita en la lucha. A los otros no les importa construir alianzas con narcos y corruptos. No abandonemos la ética nunca, pero no exijamos perfección para construir nuestras alianzas. Cedamos, temporalmente, ante responsabilidades históricas”.
Eso es, no renunciemos a nuestros principios solo demos mejores chances a construir sobre temas puntuales. No negociemos principios, pero sí alcancemos acuerdos en posturas y rutas a seguir.
Por gris o quizá hasta negro que se sienta el camino, el sol sale si no dejamos de trabajar y luchar por reencauzar Guatemala.