Emilio Matta Saravia
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Cuando uno escucha a los dictadores y sus adláteres y cómplices hablar sobre distintos temas, el discurso va volviéndose igual, sin importar quién sea el que lo diga. Y en Guatemala, el discurso de los cínicos en cada vez suena más parecido, sin importar de que “institución” proviene.
El Presidente de la República saluda con sombrero ajeno “destacando” la recuperación económica a pesar de la pandemia, cuando en realidad las cifras indican que ha sido el incremento en remesas la causa principal de su cacareada recuperación. En entrevistas con cadenas internacionales (ya que a periodistas guatemaltecos que conocen mejor la realidad nacional no se las concede) repite la socorrida frase “muros de prosperidad”, la cual es además vacía, ya que la “prosperidad” a la que se refiere ha sido generada por la misma migración que él dice querer frenar; asimismo se entrevista con personas que no le hacen preguntas incómodas, a las que él es averso, ni le cuestionan, por ejemplo, que su gobierno no ha tenido una sola denuncia de corrupción porque su “amiga” del MP se las duerme en fiscalías diseñadas para el efecto. Adicional, su “plan” de vacunación ha presentado importantes falencias para vacunar a la minoría de la población, pero con total cinismo indica que ahora si va a presentar el plan de vacunación para la mayoría de la población.
El Presidente del Congreso, que además de cerrar de forma abusiva y cobarde (sobre todo cobarde) las calles aledañas al hemiciclo cuando sesionan los diputados, leyó un discurso que seguramente le escribió alguna pandereta para la juramentación de los nuevos magistrados, en el cual repite incansablemente las palabras “restablecimiento del orden constitucional”, la “institucionalidad del pais” y la “estabilidad de las instituciones”, conceptos que dudo que entre tanto diplomado haya logrado comprender. La doble moral de juramentar a Mynor Moto pero no a Gloria Porras, ambos con el mismo caso, solo demuestra el cinismo de dicho cuerpo colegiado.
La Corte Suprema de Justicia no se queda atrás en el caso Moto, amparándolo para que pueda ser reinstaurado como juez y volver así a gozar de impunidad (no inmunidad) por sus acciones al margen del orden de legalidad que tanto dicen defender los jefes de los tres organismos del Estado.
La tan “homenajeada” Fiscal General quien congela (como que fueran vacunas contra el COVID) los casos que pueden resultar comprometedores y duerme investigaciones (como la que se debió aplicar al Ministro de Gobernación por los excesos de sus esbirros a su cargo en las manifestaciones de noviembre 2020) en fiscalías ad hoc, y luego sale a decir que “ella está sujeta a las leyes de Guatemala”.
En todos los casos, tal como si fuera propaganda de Goebbels, repiten las mismas frases, como “ser respetuosos de las instituciones”, “estar sujetos a las leyes y a la Constitución”, hacer investigaciones con “objetividad e imparcialidad”. o “reafirmar su compromiso en la lucha contra la corrupción” hasta que ellos mismos se las creen. Y es que cuando el río suena es porque piedras lleva, y en nuestro caso, ese río grita: DICTADURA.