Grecia Aguilera

Periodista, escritora, filósofa y musicóloga. Excelsa poeta laureada. Orden Ixmukané, Orden de la Estrella de Italia, Homenaje del Programa Cívico Permanente de Banco Industrial, Embajadora y Mensajera de la Paz.

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Grecia Aguilera

El sábado 3 de abril en la Vigilia Pascual de la Noche Santa, en el Altar de la Cátedra de la Basílica de San Pedro, el Papa Francisco transmitió dentro de su homilía un mensaje de esperanza al mundo entero, para mitigar el sufrimiento que ha causado y sigue causando el Covid-19: “Siempre es posible volver a empezar, porque siempre existe una vida nueva que Dios es capaz de reiniciar en nosotros más allá de todos nuestros fracasos. Incluso de los escombros de nuestro corazón, cada uno de nosotros lo sabe, conoce las ruinas de su propio corazón, incluso de los escombros de nuestro corazón Dios puede construir una obra de arte, aún de los restos arruinados de nuestra humanidad Dios prepara una nueva historia. Él nos precede siempre: en la cruz del sufrimiento, de la desolación y de la muerte, así como en la gloria de una vida que resurge, de una historia que cambia, de una esperanza que renace. Y en estos meses oscuros de pandemia oímos al Señor resucitado que nos invita a empezar de nuevo, a no perder nunca la esperanza… Las mujeres buscaban a Jesús en la tumba, es decir, iban a hacer memoria de lo que habían vivido con Él y que ahora habían perdido para siempre. Van a refugiarse en su tristeza. Es la imagen de una fe que se ha convertido en conmemoración de un hecho hermoso pero terminado, sólo para recordar. Muchos, incluso nosotros, vivimos la fe de los recuerdos, como si Jesús fuera un personaje del pasado, un amigo de la juventud ya lejano, un hecho ocurrido hace mucho tiempo, cuando de niño asistía al catecismo. Una fe hecha de costumbres, de cosas del pasado, de hermosos recuerdos de la infancia, que ya no me conmueve, que ya no me interpela… La fe no es un repertorio del pasado, Jesús no es un personaje obsoleto. Él está vivo, aquí y ahora. Camina contigo cada día, en la situación que te toca vivir, en la prueba que estás atravesando, en los sueños que llevas dentro. Abre nuevos caminos donde sientes que no los hay, te impulsa a ir contracorriente con respecto al remordimiento y a lo ya visto. Aunque todo te parezca perdido, por favor déjate alcanzar con asombro por su novedad: te sorprenderá… Jesús, el Resucitado, nos ama sin límites y visita todas las situaciones de nuestra vida. Él ha establecido su presencia en el corazón del mundo y nos invita también a nosotros a sobrepasar las barreras, a superar los prejuicios, a acercarnos a quienes están junto a nosotros cada día, para redescubrir la gracia de la cotidianidad… Hermana, hermano si en esta noche tu corazón atraviesa una hora oscura, un día que aún no ha amanecido, una luz sepultada, un sueño destrozado, ve, abre tu corazón con asombro al anuncio de la Pascua: ¡No tengas miedo, resucitó! Tus expectativas no quedarán sin cumplirse, tus lágrimas serán enjugadas, tus temores serán vencidos por la esperanza. Porque, sabes, el Señor te precede siempre, camina siempre delante de ti. Y, con Él, siempre la vida comienza de nuevo.” En el domingo de Resurrección el Papa Francisco imploró: “El Señor de? consuelo y sostenga las fatigas de los médicos y enfermeros, a todas las personas, especialmente a las más frágiles, que necesitan asistencia y tienen derecho a acceder a los tratamientos necesarios… El Crucificado Resucitado es consuelo para quienes han perdido el trabajo o atraviesan serias dificultades económicas y carecen de una protección social adecuada. En medio de esta realidad compleja, el anuncio de Pascua recoge en pocas palabras un acontecimiento que da esperanza y no defrauda: ‘Jesús, el crucificado ha resucitado, Aleluya’… Todo el que sufre una dura prueba, en el cuerpo y en el espíritu, puede encontrar refugio en sus llagas y recibir a través de ellas la gracia de la esperanza que no defrauda.” ¡La resurrección de Cristo sea en nuestros corazones!

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