Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
En Guatemala se encuentra una misión de alto nivel de Estados Unidos con el afán de iniciar las conversaciones necesarias para atacar las causas estructurales que generan migración masiva hacia los Estados Unidos.
Nuestros migrantes, que salen en busca de oportunidades, son claves para las economías de ambos países pero además los seguidores de Donald Trump buscan utilizar el tema migrante en la arena política y exacerbar a la base como se hizo en el 2016.
Son muchas las causas estructurales y a lo largo de los años, han sido muchos los factores que han contribuido al fortalecimiento de los motivos por los que la gente migra, pero uno que ha incidido de manera determinante es esa forma en la que la educación pública del país se ha convertido en el botín de turno negociado entre políticos y jefes sindicales oscuros como Joviel Acevedo.
Por mucho que reclame Joviel, no hay concordancia alguna entre los resultados de los pactos colectivos versus los resultados que nuestros niños han ido acumulando a lo largo de los años. Al maestro hay que pagarle y bien, sin duda, pero no se puede pensar solo en cómo unos se benefician más (en especial los jefes) mientras los niños se quedan rezagados.
Joviel mandó unos correos criticando la labor de La Hora y lo que en este medio expresamos de su ejercicio sindical, pero lastimosamente el dirigente no cuenta con los argumentos para defender su labor porque simple y sencillamente los resultados de los alumnos no acompañan a los de los líderes sindicales que negocian pensando en política y en su bienestar y no en el alumno y en el desarrollo integral de Guatemala.
Joviel lleva años de ser el chantajista de turno de los Gobiernos que sucumben ante sus presiones, salvo el caso del gobierno de Oscar Berger que tomó acciones en su contra, pero que se fueron a estrellar con un sistema judicial que muchas veces protege al trabajador que hace mal las cosas y sin siquiera entrar a conocer las causas de fondo. Memorable el acuerdo con Baldetti que derivó en mejoras a la Casa del Maestro.
Ayer expresé algunas medidas que en el corto plazo necesitamos para reencausar el país y está claro que la transformación de Guatemala pasa por medidas de corto, mediano y largo plazo; dicho lo anterior, hay que entender que las medidas que se tomen en favor de la educación integral de nuestros niños deben empezar a implementarse ya para que les veamos sus frutos más perdurables en unos años.
Cuando yo expreso que hay radicalismos que se escudan en el sistema para mantener esquemas de corrupción e impunidad, siempre he considerado que los hay en ambos lados de la moneda y el hecho que exista gente que le interese mantener un sistema educativo sobre el que se cobre bien pero sobre el que no se rindan cuentas, es una clara señal de los deseos de muchos por mantener intacto un sistema que les resulta rentable.
En Guatemala tenemos pactos colectivos insostenibles que en lugar de lograr integralidad de todos los actores de valor dentro del proceso educativo, han provocado que las mejores tajadas se las lleven dirigentes sindicales que no están pensando en cómo preparamos a nuestros niños para el Siglo 21, si no en cómo siguen fortaleciendo un sistema que solo da beneficios a quienes saben usarlo y operan al margen de la ley.
Los buenos maestros, los que viven pensando cómo inciden en sus estudiantes para hacerlos cada día mejor, en empoderarlos con conocimiento para seguir siendo instrumentos de bien para la sociedad y que entienden que su labor es una semilla clave en el desarrollo social, se ven opacados por esos pocos que piensan en el derecho de su nariz y que se sienten a sus anchas porque saben utilizar la impunidad del momento que les da ser instrumentos del poder de turno.
Hay muchas cosas en el corto plazo que debemos atender para atacar las causas estructurales de migración pero, aunque los resultados no serán inmediatos, es urgente poner atención al rol de los malos dirigentes y el daño que le han causado al país y en especial a muchos niños a los que condenan al subdesarrollo.