Sandra Xinico Batz
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La realidad de este país nos exige nombrar todas la veces que sean necesarias las injusticias y a quienes las provocan. Creo firmemente que no todos los pueblos tienen el gobierno que merecen, principalmente cuando por siglos quienes han gobernado son los ricos y poderosos, responsables de la miseria, del hambre, quienes se han asegurado de no democratizar el poder y de dictar las leyes que se ensañan en contra de la población al mismo tiempo que privilegian a los grandes criminales. Salimos de gobiernos nefastos para hundirnos un poco más en otros gobiernos nefastos.
¿Cómo no desconcertarse ante esta inaudita Guatemala? Una donde se deja libre a quienes desfalcan millonariamente las arcas del Estado, mientras se encarcela a quienes defienden el derecho a una vida digna, derechos que hasta ahora el Estado se ha negado a proporcionar o a garantizar a la población, no importando incluso el agravamiento de la crisis por una pandemia, que durante todo un año el gobierno ha sido incapaz de mitigar sus efectos, por el contrario, ha lucrado con la salud y jugado con la vida de las personas; a un año de declarada la pandemia, el país no sólo es más pobre sino que también más endeudado y estamos frente a una “nueva” coyuntura, la del negocio de las vacunas, en las que seguramente la corrupción que impera es más de la que imaginamos; todo cuyo acceso es un derecho, en este país es además de un privilegio, un negocio.
También la fe es un negocio aquí, se lucra en nombre de Dios y se roba invocando su nombre, así lo hace Giammattei quien alardea de proteger la vida, cuando en realidad lo que hace es lucrar con la fe de una sociedad en extremo religiosa y doble moralista, en la que la religión ha sido un instrumento de dominación por quinientos años. Para lo único que servirá su recién creado Comité Provida y Profamilia será para gastar más dinero en salarios, para los nuevos puestos de trabajo, que además ya han de estar comprometidos o reservados para sus serviles, y para generar más discursos de odio en contra del derecho al aborto y a la familia diversa.
Hace unos días a la defensora maya Ceferina Josefa Xaminez le dictaron una sentencia de tres años de cárcel, por haber sido acusada por Energuate de haberse robado un alicate, un delito que no solo no cometió, sino que evidencia una vez más, la hostilidad con la que el sistema de justicia racista se ensaña en contra de las mujeres mayas y de los pueblos. Energuate además de abusar con las tarifas de la energía eléctrica, lo cual prácticamente es un robo, ha provocado conflictividad en las comunidades, que terminan endeudadas por una energía que nunca consumieron.
Dos hombres y un joven de 14 años fueron asesinados por el Ejército en Petén. El “glorioso” es bueno para atacar a la población civil pero huye del narco.
La justicia es de los ricos y poderosos.