Sergio Penagos
El hombre no puede ser separado de Dios, ni la política de la moral
Santo Tomás Moro patrono de los políticos.
El estruendo producido por la corrupción en Guatemala llegó hasta el cielo. El Señor se conmovió y se dirigió a sus subalternos: Ya ustedes están enterados de la crisis política que hay en ese pueblo de indios ignorantes e irresponsables, como lo llama una racista que se oculta bajo el nombre: Mirna de Soto (La Hora, 08/03/2021). Guatemala, desde su descubrimiento ha sido fiel a nuestras enseñanzas. Ahora está siendo asolado por las siete plagas modernas: Los políticos, los militares, los criollos, los rectores, los caciferos, los narcos y los netcenteros.
¿Cómo podemos resolver este conflicto de intereses espurios y bastardos? Escucho sus propuestas. Maestro, dijo santa Catalina Tekakwhita, patrona de la ecología, recordemos el ejemplo que dieron los animales, ellos olvidaron sus rencillas e ingresaron a las ciudades sin provocar daños. Podemos utilizarlos como un instrumento de reconciliación humana. Que se instale una mesa de diálogo, expresó San Juan Bosco. Las mesas de diálogo no funcionan, dijo el incrédulo Tomás. Como es un problema terrenal, propongo una forma terrenal de resolver el conflicto: una gran fiesta dijo San Pascual Bailón. Yo pongo las bebidas acotó San Arnulfo, el santo patrono de los cerveceros. Pero, terció San Francisco de Asís, deberán asistir todos los animales, sin excepción. No me gustaría que vinieran los perros, expresó San Martín de Porres, ¿por qué? Preguntó San Roque, el santo de los perros. Porque parecen diputados, dondequiera dejan su caca y a mí me toca barrer. San Crisóstomo acotó: los santos somos sumamente cariñosos con las bestias, incluyendo los diputados. San Roque terció: para evitar fatigas a Martín, Pedro, en la entrada, puede quitarles el circulito a los perros. Y ¿cómo lo hago? Preguntó Pedro, Los Hermanos Cosme y Damián, patronos de los cirujanos le indicaron: al entrar un perro, le levantas la cola y le extirpas el circulito, no te preocupes, no habrá hemorragia; luego colocas el circulito en una cesta y le dices al perro: al salir selecciona el circulito de tu propiedad y te lo colocas en su lugar, así puedes irte tranquilo. El Maestro sopesó la alternativa y decidió aceptar la idea de la fiesta. Ésta fue un éxito rotundo, al salir los perros confundieron sus circulitos y se colocaron el que mejor se adaptó a su anatomía. Por eso, cada vez que dos perros se encuentran, se olisquean mutuamente bajo el rabo y se preguntan: ¿Por casualidad, no te llevaste mi circulito después de la fiesta?
De todas las lecciones dadas por los perros, la que mejor aprendieron los diputados, además de gruñir, ladrar y morder, es la de los encuentros perrunos. Cuando se encuentran dos diputados, sonríen y se abrazan, no se olisquean, sino meten las manos en los bolsillos ajenos y preguntan, con beatífica sonrisa: distinguido colega ¿no se llevó usted mi coima después de la elección, esperando obtener 100 años de perdón?