Marco Trejo
En Guatemala se vive otro problema social que se llama la “esclavitud moderna”, la cual se da desde hace algunos años, donde una persona (hombre o mujer), es obligada a trabajar en condiciones infrahumanas, bajo amenazas y abusos que les causan temor y esto les impide denunciar la situación que viven.
Esta nueva forma de esclavitud consiste en trabajar contra su voluntad y recibir órdenes de un “patrón”, quien hace lo que le viene en gana, les obliga a trabajar horas y horas a cambio de un “miserable sueldo”, que le permite únicamente solventar las necesidades más mínimas de una vida digna.
En las diferentes Redes Sociales y medios de comunicación vemos constantemente que se activan las alertas de localización de personas y al paso de unos días, las autoridades informan, que estas personas, quienes fueron declaradas desaparecidas, aparecen en un lugar muy diferente y distante a donde residen. Aunque los registros indican que de cada 10 desaparecidos, 9 son localizados, pero el flagelo no merma y por el contrario se mantiene.
Esto nos viene a confirmar que los que viven de esta nueva forma de esclavitud, tienen contactos que les permite vender a los afectados, por lo que son trasladados, incluso otros departamentos, donde no tienen mayores posibilidades de escapar, porque desconocen los lugares. Entonces allí es donde se vuelve un calvario para los “esclavos modernos”.
Ante esta situación, se hace imperante, que las fuerzas de seguridad, trabajen arduamente para tratar de erradicar este nuevo flagelo, el cual necesita de la participación ciudadana, que con su denuncia lleve a encontrar, este tipo de casos, donde son vulnerados decenas de ciudadanos. Lo lamentable de todo esto es que nuestros gobernantes están enfocados en intereses particulares, en vez de garantizar seguridad para los que por medio de su voto, los llevaron a la silla gubernamental.
Se menciona que la “esclavitud moderna” se vive de múltiples formas, se habla de “matrimonios forzados”, “niños soldados”, “esclavas sexuales”, “esclavas domésticas”, “esclavos delincuenciales” y esclavos por deudas contraídas por préstamos monetarios, que en la mayoría de veces los usureros despojan de propiedades a los deudores, quienes tienen que pagar con su patrimonio los míseros centavos que recibieron.
El que sí ha puesto el grito en el cielo es la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos que trata de abolir la esclavitud y sus nuevas formas contemporáneas, que ha señalado que para lograr un cambio social, en este sentido, los Estados también deben invertir en desarrollo sostenible y en la protección y promoción de los derechos humanos.
Es importante que el señor Procurador de los Derechos Humanos, Jordán Rodas tome el papel que le corresponde y empecemos a ver que trabaje en este sentido, para cambiar un problema que nos afecta como sociedad y no lleguemos a tener datos como los registrados en otros países latinoamericanos.
Señor Procurador este problema que afrontamos como sociedad vulnera la dignidad, la libertad y los derechos humanos de una persona, a la vez que afecta seriamente su integridad física y mental, por eso se hace necesario su trabajo y participación activa.
Ojalá que la nueva oficina del Ministerio Público (MP), denominada MAIMA (Modelo de Atención Integral Niñez y Adolescencia), pueda trabajar en la protección de nuestras futuras generaciones, que son vulneradas y sometidas, para participar en hechos delincuenciales, debido a que por sus edades no pueden ser procesados y son vistos como transgresores de la ley.