Por: José Caxaj Laguardia
Como estudiante universitario, la educación virtual forma parte de la nueva normalidad. Durante las distintas clases, muchos de los temas cautivan nuestra atención; sin embargo, hace pocos días, abordamos un tema que me pareció sumamente interesante y me hizo mucho ruido en la cabeza; los niveles de corrupción en América Latina. Por obvias razones, las expectativas con relación a Guatemala no se presentaban favorables con respecto al puntaje que podría obtener a comparación del resto de Estados.
Tal y como esperaba, Guatemala resultó ser el quinto país peor ubicado según el Índice de Percepción de Corrupción (IPC) de Transparencia Internacional (TI) en toda América Latina para la edición 2020; por detrás tan solo de Venezuela, Haití, Nicaragua y Honduras.
Como joven ciudadano, suelo imaginar futuros que parecen ser imposibles ante la realidad de un Estado deficiente y carente de certeza jurídica. La urgente necesidad por el fortalecimiento de las instituciones, así como del Estado de Derecho, hace creer que el futuro de cualquier ciudadano guatemalteco es poco esperanzador.
Hacer de la transparencia una realidad en la gestión pública, brinda la posibilidad de crear mejores y posibles futuros. Al encontrarnos, conocernos y escucharnos entre ciudadanos, podemos reflexionar sobre ¿quiénes somos? y ¿hacia dónde vamos? Permitiéndonos construir puentes para diseñar y co-crear una nueva narrativa; rompiendo con la creciente polarización y estableciendo una tercera vía ante los viejos discursos trillados.
La nueva Guatemala, tiene como fin en mente, establecer mecanismos de rendición de cuentas y sistemas de transparencia dentro del Estado, con el objetivo de hacer posible lo imposible y transformar nuestras realidades; tanto a nivel comunitario como a nivel nacional.
Las y los ciudadanos, juegan entonces, un rol fundamental para la defensa de la dignidad humana dentro del Estado por medio de la constante vigilancia y resguardo del sistema de pesos y contrapesos, piedras angulares de cualquier modelo republicano, que permiten la gobernabilidad democrática.
Las aspiraciones de ciudadanas y ciudadanos libres para desarrollar su proyecto de vida parten del hecho de que todos somos iguales ante la ley y que reconociendo nuestra pluralidad dentro del espacio público, lograremos construir aquello que tanto se anhela: una nueva Guatemala; diversa, plural, tolerante e inclusiva.
Como ciudadanos, tenemos una voz que merece ser escuchada. Es por ello, que espacios como Escuchemos Guatemala, permiten generar las condiciones que promuevan el ejercicio de escuchar y encontrarnos de manera horizontal; para conocer las distintas realidades del país, así como aquellos problemas que nos son comunes y como ciudadanía, sumar a la construcción de nuevas realidades que se vean reflejadas en un Estado más eficaz y eficiente para todos.
La transparencia, sin duda, será aquel eje transversal para el desarrollo del país. Por ello, es tiempo de ser ciudadanos activos con el ímpetu y convicción de frenar el flagelo de la corrupción, al cual se enfrentan nuestra sociedad y Estado. Esto, para que en un mañana las y los jóvenes que analicen en sus clases universitarias los índices de corrupción puedan encontrar una Guatemala menos corrupta.