Marco Trejo
Lo que empezó con una ilusión de superación personal, pero que desencadenó en una trágica historia, por fin termina 20 años después con la sentencia condenatoria de 30 años para su verdugo, Gustavo Adolfo Bolaños Acevedo, quien fue sentenciado por el asesinato de María Isabel Veliz Franco, quien su único pecado fue soñar con un mundo mejor y colaborar con la economía familiar.
Pero quien iba a decir que su legado ahora es muy grande, su nombre lo lleva una Ley de Búsqueda Inmediata de Mujeres Desaparecidas según el Decreto 09-2016, que regula el funcionamiento de un mecanismo para garantizar la pronta localización y resguardo de jovencitas en estado de vulnerabilidad.
Toda esta triste historia ocurrió un 16 de diciembre de 2001 cuando fue plagiada al salir de su trabajo vacacional, en una boutique de ropa. Salió de secundaria y quería ir a la universidad, le gustaba el teatro y hacía el papel de la Chilindrina. Aprendió karate, iba a la Iglesia Adventista, y decía que quería ser piloto aviador.
Por fin las entidades del Estado hacen su trabajo y con esta sentencia impone un precedente jurídico, para que cese la intimidación y asesinato de féminas que son afectadas por el simple hecho de ser vulnerables, en un país que tiene una cultura machista. Lo más importante en estos casos es que se denuncie, que no se callé nada que atente contra la vida de las niñas y mujeres.
Muchos podrán decir que con esto no se revive a María Isabel, lo cual es cierto, pero su partida abre las puertas para que el manto de impunidad se reduzca, un Estado que ha perdido la institucionalidad y la falta de condenas ejemplares permite, que no se tenga respeto a las leyes vigentes, lo cual es responsabilidad de los jueces que han hecho de la justicia un negocio fructífero.
Es necesario que hayan muchas más condenas de este calibre, cada día vemos como se activa esta alerta y otras que también son utilizadas para la localización de personas desaparecidas. Los operadores de justicia tienen la obligación de hacer su trabajo y hacerlo bien de una manera independiente, no como sucede ahora que obedecen a intereses personales, políticos y gremiales.
Estamos en un proceso de elección de Cortes y Magistrados de Salas de Apelaciones, es un momento apropiado para que los jueces tomen la batuta y la confianza que ha perdido el Organismo Judicial, que ha sido convertido en un botín de poder para mantener la impunidad en Guatemala.
Es plausible el esfuerzo de Rosa Franco, madre de María Isabel, quien incansablemente ha luchado, por más de 20 años, para quebrar el manto de impunidad, que impera en el sistema de justicia, el cual se encuentra cooptado por un grupúsculo de politiqueros, quienes tratan de salir librados del peso de la ley.
Para lograr vivir en paz tenemos que luchar todos, solamente una golondrina no hace verano y todos los ciudadanos tenemos la obligación de colocar nuestro granito de arena, estamos acostumbrados a que papá gobierno nos resuelve todo y eso no es así en una democracia.
Este es un buen momento para actuar, para dejar un legado a nuestros hijos y nietos, esos ciudadanos que son el futuro de esta sociedad, que ha sido golpeada por nueve gobiernos de la mal llamada democracia, tiempo en el cual, un grupo de politiqueros, se han aprovechado de los impuestos de todos los guatemaltecos, sin esforzarse más que para saquear las arcas del Estado.
En las últimas semanas hemos visto como se desarrolla esa lucha de Poder, aunque ahora se habla de lucha de ideologías, pero en un tema, como la elección de Cortes y Magistrados de Apelaciones, que debería ser tratado con la seriedad y madurez posible, para que todos podamos vivir en un Estado de Derecho que nos permita vivir en democracia y en paz.