Edith González

hedithgonzalezm@gmail.com

Nací a mediados del siglo XX en la capital, me gradué de maestra y licenciada en educación. He trabajado en la docencia y como promotora cultural, por influencia de mi esposo me gradué de periodista. Escribo desde los años ¨90 temas de la vida diaria. Tengo 2 hijos, me gusta conocer, el pepián, la marimba, y las tradiciones de mi país.

post author

Edith González

El viernes 1 de octubre 2010, el Ministerio de Cultura del gobierno del presidente Álvaro Colom, inauguró en el Palacio Nacional de la Cultura la exposición de un mural elaborado por el mexicano Diego Rivera titulado «La Gloriosa Victoria», por el cual pagó por el alquiler de dos meses, uno en el Palacio de la Cultura y otro en la sede de la Embajada de México, 1 millón 500 mil quetzales. Y el que lo vio bueno, quien no también, porque como fue traída en alquiler, había que devolverla.

El gobierno justificó el gasto porque se celebraban 66 años de la Revolución de Octubre. La diputada Rosa María de Frade, presidenta de la Comisión de Transparencia, calificó el gasto de “un insulto a la situación de emergencia que vive Guatemala en este momento”.

En 2021 cuando cumplimos 200 años de vida independiente, entre las actividades se encontraba la creación de la obra, nombrada por el Ministerio de Cultura y Deportes “Tríptico Aéreo” elaborada por el artista guatemalteco hiperrealista, autodidacta de la plástica Christian Igor Escobar Martínez, con un tamaño de 9 x 2 metros a instalarse en el interior del Palacio Nacional de la Cultura para dejar constancia de los 200 años de vida independiente, motivo de la obra. Y que pudiera ser vista por todos los guatemaltecos que hoy o en 100 años quisieran verla.
El contrato entre el Ministerio de Cultura y el artista Escobar Martínez indica la creación de una obra en «acrílico sobre tela de algodón en tres lienzos tríptico aéreo como homenaje al bicentenario” a ser entregada entre 8 de febrero y el 14 de septiembre. Dos de esos lienzos debían medir 1.85 metros de alto por 2 metros de ancho y el último 1.85 metros de alto por cinco de ancho.
Sin embargo el contrato fue rescindido y la obra no se realizará por la controversia generada, especialmente porque cobraría 1 millón 300 mil quetzales por la compra de una obra que dejaría constancia de muchos acontecimientos en 200 años de vida independiente. O sea 200 mil menos, que el alquiler pagado en 2010.

Y nuevamente se alzan las voces de protesta a sabiendas que el Ministerio de Cultura no puede gastar ese dinero en educación o salud, porque su presupuesto es para cultura.
Algunos pintores indicaron que el precio era exagerado. Igualmente saben que cada artista le pone precio a su creación. Un artista hace arte, se inspira, crea, diseña obras únicas, salidas del alma de la emoción y la experiencia. Ya sea danza, teatro, pintura, música o grafitis… Un artesano elabora mesas, pan, ropa… Un técnico elabora computadores, teléfonos… Producción en línea con precio de mercado susceptibles de licitar. No así el arte.
Muchas críticas fueron vertidas hacia el artista, a quien no conozco, cargadas de envidia e ignorancia. Decían no conocer su obra, ni el hiperrealismo creado por el Maestro Chuck Close. El artista Escobar Martínez pinta desde muy niño y ha realizado exposiciones en Guatemala y el extranjero a donde es invitado y sus obras se venden muy bien.
Lamento que el Bicentenario no tenga su obra permanente. Y que el artista haya sido tan criticado, especialmente por quienes no conocen su arte y trayectoria.

Artículo anteriorLos permanentes procedimientos oscuros en el país de un Himno “perfecto”
Artículo siguienteDel lado de la valentía