Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Las comparaciones siempre son odiosas, pero algunas veces son absolutamente necesarias para evidenciar la diferencia de rumbo que llevan algunos países. El Salvador ha sido, como el nuestro, un país con problemas de violencia y corrupción, así como de serias deficiencias institucionales que van desde los servicios públicos hasta la misma administración de la justicia y evidentemente ahora tienen un mandatario polémico, de alta exposición en las redes sociales, quien en medio de ese su estilo peculiar se ha ido ganando a buena parte de la opinión pública por los resultados de su gestión.

Mientras en Guatemala, como explica muy bien hoy en su columna de Prensa Libre la colega Carolina Escobar Sarti, hacen bulla porque el presidente llega a una escuela a entregar bolsitas con pinches útiles escolares y anuncia que pronto iniciará un plan piloto con 20 computadoras en alguna escuela modelo, en El Salvador el gobernante entregará 1,200,000 computadoras para alumnos y docentes, todas adquiridas por el Estado a un costo de 450 millones de dólares, en lo que constituye un importante paso para el futuro educativo de ese país donde, entre otras cosas, no se ha entregado toda la educación pública a las decisiones de un podrido sindicato que se utiliza como fuerza de apoyo para los gobiernos corruptos a cambio de pactos colectivos que son leoninos.

Hace unos días las agencias internacionales de prensa publicaron fotografías de un enorme avión de Iberia descargando las primeras vacunas que llegaron a El Salvador y que ya se están administrando a la población. El Salvador fue de los países que actuaron con diligencia para adquirir vacunas y emprender de esa manera los programas de inmunización que ya se dan también en Costa Rica y Panamá, gracias a la diligencia de las autoridades.

En Guatemala, en cambio, para hoy convocan a la prensa para que llegue al Aeropuerto para cubrir la llegada de una avionetita que viene de Honduras con el “maravilloso cargamento” de las 5,000 dosis que donó Israel. Y fue tanta la emoción por el donativo que hasta se emitieron pomposos comunicados para mostrar el gran agradecimiento, sin tomar en cuenta que a países vecinos que no han sido tan alfombra de Israel, en temas como el traslado de nuestra Embajada a Jerusalén, les dieron más del doble de la donación que le hicieron al país que es su gran aliado y amigo, Guatemala. Y ya se vislumbra que el fracaso en lo de las vacunas será trasladado a la Ministra de Salud pese a evidentes fallas al más alto nivel.

Y así es como realmente vamos hacia el futuro. El Salvador se tendrá que movilizar en enormes aviones transatlánticos como los de Iberia mientras nosotros, al paso que vamos, si mucho necesitaremos una pinche avioneta para marcar el rumbo de nuestro desarrollo porque, tristemente, desde hace muchos años se perdió el sentido y la razón del Estado.

Lo de promover el bien común quedó como una patraña constitucional porque entre unos pocos, preocupados por su propio bien, se reparten todo haciendo negocios y acumulando privilegios que se disfrutan sin empacho en medio de cacareos como el de la poderosa mano invisible del mercado o el de falsos compromisos para sumarse a Washington en la lucha contra la corrupción.

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