Aparicio López
Antes de la pandemia, en un foro realizado en Quetzaltenango, el presentador encargado del evento lanzó una pregunta que debíamos responder todos los presentes desde nuestros celulares: ¿Qué valores tiene un buen ciudadano? En ese mismo instante dos pantallas comenzaron a llenarse de respuestas: “ser socialmente activo”, “ser solidario”, “ser emprendedor y ayudar”, y aunque todas las respuestas tenían muy buenos adjetivos, en un evento repleto de estudiantes, empresarios y líderes comunitarios, ninguno de nosotros agregó valores como la transparencia o la honestidad que, siendo bien conocidos por todos, pasaron totalmente inadvertidos. Poniendo en evidencia lo poco que los tenemos presentes.
Y es que, aunque la corrupción es un problema del que se habla constantemente, olvidamos mencionar estos valores como herramientas indispensables para lograr combatirla; porque la lucha contra la corrupción es todos los días, no solo desde las esferas políticas. Debemos concebirla como un proceso que inicia desde el hogar y se refleja en todas partes, porque la transparencia no es exclusiva de la administración pública, es un valor que debe estar presente en todos los sectores de la sociedad y en cada momento del día.
La cultura de la transparencia se basa en la honestidad, la integridad, el respeto mutuo y sobre todo el respeto a nosotros mismos. Cuando los guatemaltecos valoremos nuestro potencial dejaremos entonces de querer, por ejemplo; copiar en los exámenes o saltarnos de puesto en alguna cola; como si esto fuera algo que nos
hiciera mejores personas cuando, al contrario, la realidad es que nos hace caer, como en el caso de las tareas, en el auto engaño.
Ser honestos con los demás y con nosotros mismos, es importante, porque dejar de ser honesto con los demás, es la máxima traición a la confianza que alguien ha depositado en nosotros, una confianza que ya nunca vuelve. Por otra parte, ser honestos con nosotros mismos es importante porque ver hacia el futuro requiere la fortaleza de reconocer nuestra realidad, nuestras oportunidades y debilidades presentes y transformarlas, de lo contrario vivimos en una burbuja de aquello que no somos, esperando eso que nunca llegaremos a ser. Las y los guatemaltecos debemos hacer una introspección, para reevaluarnos desde adentro y darnos cuenta de lo importante que es construir una cultura de la transparencia con bases sólidas. Para lograrlo, esto debe ser un esfuerzo común, que nazca desde todos.
Gandhi dijo “El futuro depende de lo que decides hacer hoy”. Hoy decido ser honesto, decidido hacer bien las cosas, decido vivir en la cultura de la transparencia y la buena fe, sin esperar nada de los demás, pero dando lo mejor de mí en todo, porque el futuro de este país y el nuestro, radica en las pequeñas acciones que tomamos cada día o la clase de personas que somos cuando nadie nos ve.
Hagamos de la cultura de la transparencia algo que hable bien de nosotros, que sea nuestra marca país, para convertirla en más que una utopía, algo que nos redefina a los guatemaltecos. No hay excusas para empezar a transformar el mundo hoy, empezando por cambiarnos a nosotros mismos y generar desde nuestra realidad espacios más transparentes y honestos, porque para afrontar los grandes retos del siglo XXI en Guatemala y el mundo, tendremos que hacer de la transparencia más que un valor; un estilo de vida.