Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Si nos atenemos con los papeles de Juan Carlos Monzón, Secretario Privado de la Vicepresidenta Baldetti y de Gustavo Alejos, Secretario Privado de Álvaro Colom, no puede ser sorpresa lo que ahora ocurre con Giorgio Bruni, quien hasta la semana pasada desempeñó el mismo cargo con Alejandro Giammattei, manteniendo un perfil bajo como generalmente ocurre con quienes se hacen cargo de los asuntos privados de los poderosos. Pero los indicios de que los problemas legales de Bruni están íntimamente relacionados con los del ex ministro de Comunicaciones, José Luis Benito, pueden destapar un entramado que haría visible el vínculo entre el gobierno de Jimmy Morales y el actual en temas que pasan por el financiamiento de campaña.

En condiciones normales, con gobiernos centrados en “proteger a la persona y a la familia”, enfocados en el “fin supremo de la realización del bien común”, garantizando a “los habitantes de la República la vida, la libertad, la justicia, la seguridad, la paz y el desarrollo integral de la persona”, como textualmente reza la Constitución Política de la República en sus dos primeros artículos, un Secretario Privado ve exactamente los temas que no son parte de la actividad oficial del mandatario y que atañen sus intereses personales. Sin embargo, cuando los gobiernos están centrados en la corrupción, ese funcionario es pieza clave para hacer contactos, controlar la agenda para decidir quién se reúne con el presidente y cuáles son los temas a tratar.

En otras palabras, en gobiernos corruptos puede ser que el Secretario Privado juegue un papel crítico porque por sus manos pasa todo aquello que no debe trascender al público pues son privadas las formas en que se hacen los trinquetes. Por supuesto que hay excepciones con otro tipo de personajes que no sólo ven esos asuntos sino que, por razones específicas, tienen mucho poder y por lo tanto están en otras ligas, generalmente gracias a las oportunidades que ofrece el trato más íntimo.

Bruni fue pieza clave de la campaña de Alejandro Giammattei y algunos dicen que fue quien controló mucho del financiamiento, como fue el caso de Gustavo Alejos en su momento, lo cual otorga un extraordinario poder porque los compromisos que se hacen en campaña son recordados al gobernante por medio de quien fue el encargado de recolectar la plata. Y por lo visto no supo administrar ese poder porque por razones que aún están por verse, tuvo que renunciar al cargo en cuanto fue avisado por alguien, desde la misma entraña del Ministerio Público, de que la FECI iba tras él como parte de las investigaciones del caso Benito.

Resulta lógico suponer que alguna documentación incautada junto a las maletas con millones de quetzales resultó implicando al Secretario Privado de esa Presidencia que ejerce Alejandro Giammattei, pero el oportuno aviso recuerda en mucho lo que pasó con Moto quien, de la misma manera, pudo salvarse de la detención gracias al “chivatazo” de alguien que tuvo que ser informada de la marcha de los procesos.

El caso es que esta nueva obra, que parece de los archivos de Netflix, está en suspenso pero sin duda que tendrá aún varios capítulos.

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