Por Jorge Santos
Rompan todo, es el nombre de una serie sobre el rock en español, transmitida desde el año pasado y que da cuenta de la historia de este género musical en América Latina. A lo largo de la seria existe un denominador común potente que se muestra en todo su esplendor, al paso de ir identificando los grupos y/o personas más icónicas de ese momento, también se va dando cuenta de la rebeldía, de las aspiraciones de las juventudes, de las sociedades por transformar sus realidades y de ahí el nombre de la serie, dado el poder de la música y su acompañamiento a los procesos sociales.
Al ver la serie, recordé permanentemente aquella celebre frase de Antonio Gramsci que refiere “el viejo mundo se muere, El nuevo tarda en aparecer. Y en ese claroscuro surgen los mounstros”. Y es que a lo largo del mismo, la permanente imagen de jóvenes rebelándose, en este caso a través del rock, me hacia pensar en el símil que hacia con nuestras realidades económicas, políticas, sociales y culturales, existentes. Y es que tan sólo el nombre poderoso de la serie, me hace pensar que no hay otra forma de transformar, que no sea efectivamente verdadera, si se hace pensando en romper el viejo orden, para hacer nacer uno nuevo.
El hoy, entendido como esa fracción del tiempo en nuestro análisis, requiere del rompimiento y de la destrucción del viejo orden (expoliador, corrupto, violento e impune) para construir uno totalmente nuevo que sea capaz de revertir los muchos años de oprobio y sin lugar a dudas ese proceso tendrá que alcanzar varias esferas de nuestra existencia. La destrucción del viejo orden, necesaria y forzosamente debe de alcanzar el plano personal e individual, para que con ello seamos capaces de despojarnos de todos los males que individualmente cargamos. Destruir el consumismo inherente a este sistema, destruir el machismo y la misógina, destruir el racismo y la discriminación que encarnamos será una de las tareas fundamentales de ese quehacer.
Pero también requerirá realizar acciones comunitarias que rompan con el aislamiento y la individualización de los problemas sociales, la violencia con la que suele “resolverse” los conflictos existentes y transformarlos hacia la cooperación y la solidaridad. Debemos y tenemos la obligación que ese rompimiento y destrucción del viejo orden, implique una profunda reflexión del nuevo orden que deseamos construir. Este camino sin lugar a dudas no será fácil e implicará muchos retos y desafíos, muchos de ellos dolorosos pero necesarios para gestar la transformación y el cambio.
El planteamiento de romper todo lo que nos ancla a este sistema nace de la necesidad de salir de las actuales condiciones que hoy por hoy nos aquejan, pobreza, miseria, violencia, exclusión, inequidad, racismo y permitirnos como sociedad construir un sistema que garantice la vida digna de mujeres, hombres, adultos mayores, de la niñez, de los pueblos indígenas, de todas y de todos. Esta es la enorme y vital tarea a la que estamos llamadas y llamados.