Emilio Matta

emiliomattasaravia@gmail.com

Esposo y padre. Licenciado en Administración de Empresas de la Universidad Francisco Marroquín, MBA de la Universidad Adolfo Ibáñez de Chile, Certificado en Métodos de Pronósticos por Florida International University. 24 años de trayectoria profesional en las áreas de Operaciones, Logística y Finanzas en empresas industriales, comerciales y de servicios, empresario y columnista en La Hora.

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Emilio Matta Saravia
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En la entrega anterior se trataron tres temas sumamente importantes que la cadena logística de la vacunación contra el COVID-19 funcione adecuadamente: cuantificar la cantidad de personas que serán vacunadas en cada fase y en qué período de tiempo se espera vacunar a la totalidad de las personas por área, definir la cantidad de equipos que estarán vacunando en cada área geográfica de acuerdo a la cantidad de personas y al período de tiempo establecido, y se debe definir la capacidad de almacenaje por ubicación.

En cuarto lugar, con un producto perecedero, como es la vacuna, y teniendo una corta ventana para su uso, de entre 5 y 30 días, dependiendo del fabricante, entre el temperado (proceso de cambiar de una temperatura de congelado de -20 Celsius o ultracongelado de -70 Celsius una temperatura refrigerada de 2 a 8 Celsius) y la expiración de la vida útil de la vacuna, se debe tener un sistema de trazabilidad que pueda determinar con precisión dónde y cuándo se temperará cada una de las marcas de vacunas y la fecha en que expira su vida útil para planificar que sean despachadas de acuerdo a su fecha de expiración (primero las más cercanas a expirar y así en orden sucesivo hasta llegar a las que tengan una mayor vida útil disponible).

En quinto lugar, se debe cuantificar la cantidad de suministros adicionales que se van a necesitar para aplicar las vacunas, como las jeringas, algodón, alcohol y apósitos adhesivos (curitas), en cada uno de los puntos de vacunación para que los mismos sean trasladados y estén disponibles previo a la llegada de las vacunas.

En sexto lugar, se debe planificar el transporte de las vacunas a cada punto de vacunación, que incluye un suministro importante como es el hielo seco (en Guatemala es limitada la oferta de este insumo, lo cual deberá ser tomado en cuenta por las autoridades), sobre todo si se pretende transportar vacunas congeladas a los puntos de vacunación o a centros de distribución intermedios con capacidad de almacenaje congelado y/o ultracongelado.

Vale decir que lo más complejo en cualquier cadena de suministros, el mayor quebradero de cabeza para cualquier profesional que trabaja en logística es la estimación de la demanda. En este caso, cuántas personas se van a vacunar, cuándo y en dónde. Mientras más precisa es la estimación de la demanda, el riesgo de fallar en las demás variables logísticas de una cadena de suministros disminuye sensiblemente. Para la vacunación contra COVID-19, ya existen distintas bases de datos al alcance del gobierno que deberían dar data lo suficientemente confiable para realizar la estimación de la demanda en tiempo y forma. Esta tarea será toral para que el plan de vacunación tenga el éxito deseado.

En vez de hacer un espectáculo yendo a vacunar personalmente cuando llegue el primer lote de vacunas, el presidente Giammattei debería invertir tiempo, mucho tiempo, con expertos en los temas mencionados en ambas entregas, para asegurarse de que la vacuna llegará en óptimas condiciones a todos los centros de vacunación. Ya cometió un grave error estando “de arriba para abajo” en giras e inauguraciones en vez de sancionar la ley que permitiría comprar directamente la vacuna. No vaya a cometer un segundo yerro que pueda salir más caro aún.

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