Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
En Guatemala los presidentes del Congreso son producto de oscuros acuerdos, de negocios, de contratos, de plazas y de la eficiencia con la que se animen a servir los intereses de los titiriteros y de los operadores de turno.
En la presidencia del Congreso no están los que mandan sino los que mejor saben servir a los que mandan. Les toca repetir como loros las rutas que les tracen, mismas que buscan preservar un sistema que les resulta del todo rentable. No olvidar que hay quienes señalan a Allan Rodríguez como el diputado interesado en seguir con la empresa rentada para hacer mega negocios.
Y en ese contexto es que hay que entender sus declaraciones de ayer en las que dice que espera que de Estados Unidos no se sepa nada por el tema de cortes porque es un “asunto interno”.
Es tan interno como fue la amenaza que pidieron en la Casa Blanca las autoridades pasadas con las que los Jefes de Rodríguez han hecho grupo para conformar el bloque oficialista. Si no me entiende lo que digo, le comento: Enrique Degenhart y Sandra Jovel le dijeron a funcionarios de la Casa Blanca que eran necesarias las amenazas para que el acuerdo de tercer país seguro pasara como cuchillo caliente en mantequilla. “Threaten us”, les decían.
Hechas las amenazas, recuerde la avalancha de comunicados de los aliados que fueron coordinados para presionar por la firma del acuerdo que pedía Donald Trump para su fallida campaña.
Pero como tener el apoyo de Trump era su meta porque sabían que la corrupción de muchos era ignorada, se arrodillaron sin mucho que decir. Ahora que los vientos no les favorecen porque saben que ya le tienen la mira puesta a quienes desean perpetuar el sistema de impunidad, entonces dicen que el tema de las cortes es uno interno y en traducción de buen chapín es “dejen de chingar porque queremos elegir cortes que nos garanticen la impunidad que soñamos y necesitamos”.
Negar el rol que Estados Unidos tiene en nuestro país, en términos políticos, económicos y de seguridad es querer tapar el sol con un dedo y nuestra meta debe ser ir eliminando de diversas maneras esa “dependencia” hacia el país del norte, pero no lo vamos a lograr si lejos de generar oportunidades para nuestra gente, seguimos fortaleciendo las causas estructurales que nos hace tener la dependencia.
La elección de cortes es un tema interno con consecuencias externas porque seguir debilitando el Estado de Derecho tiene efectos directos en la atracción de capitales que tanto necesitamos para crecer de forma sostenible, generando las oportunidades que tanto pide nuestra gente.
El Gobierno ha centrado sus esfuerzos en el Plan Mckinsey y por eso no es consecuente lo que están haciendo tanto el Ejecutivo como sus aliados en el Congreso y en la Corte Suprema de Justicia (CSJ) de querer sentar una corte que les asegure lo que quieren.
En otras palabras, suena bonito eso que la elección de cortes es un “asunto interno” pero es una mentira que no se sostiene por si sola porque somos un país que se sostiene en enorme medida de las remesas que se generan desde Estados Unidos por la expulsión que la corrupción, la violencia, el crimen organizado, la impunidad y la falta de certeza jurídica que inicia con procesos viciados, genera en nuestra gente.
Ojalá llegue el día en que la soberanía sirva para defender de manera celosa lo que camina bien en este país, pero cuando eso se usa como una excusa para que un puñado de mafiosos sigan engordando sus perversas intenciones, no hay tales de asuntos internos pues lo que hay son burdos y descarados intentos por mantener el régimen de impunidad.
Si tanto les preocupa que Estados Unidos les tenga la mira, actúen de cara al sol y cumplan con la ley, eligiendo cortes independientes y no dependientes de sus deseos y caprichos contrarios a las necesidades del guatemalteco que luchan todos los días.