Foto ilustrativa. Salud estima empezar a vacunar en marzo. Foto La Hora/AP

Históricamente nos marca el hecho de que somos un país de improvisaciones y la planificación ordenada no es parte del ejercicio natural de la función pública. Con razón se dice que nuestras autoridades tienen mentalidad de bomberos porque se dedican a ir apagando fuegos y entre eso y el andar “de arriba para abajo”, como dice Giammattei que se mantiene, por supuesto que no queda tiempo para visiones de mediano plazo, no digamos planes de futuro que sienten los cimientos de un país distinto, sin tantos rezagos y pobreza.

Pero en medio de una pandemia es inadmisible que en el tema de la vacuna andemos sin planes ni ideas de cuándo y cómo se va a tratar de inmunizar a la mayor cantidad de gente. Acostumbrados a que cualquier compra del Estado tiene que dejar beneficio para los encargados de realizarla, pareciera que en el tema de las vacunas no han llegado al cómo ni al cuánto, lo que condena a la población a conformarse con esperar que, literalmente, sea con cuentagotas que se tenga que ir aplicando ese medicamento cuyo desarrollo con las pruebas necesarias hizo correr a los mejores laboratorios del mundo porque, ellos sí, entendieron la urgencia.

Causa desazón cada vez que uno escucha las declaraciones de las autoridades sobre el tema de las vacunas y lo único absolutamente claro y concreto es que van a operar con un “acuerdo de confidencialidad” que no permite ni siquiera conocer el precio del producto, no obstante que países como Costa Rica suscribieron un acuerdo similar pero en aras de la transparencia sí informaron del precio de cada dosis de la vacuna.

Hay países latinoamericanos que ya están aplicando las vacunas y tienen elaborado su plan de distribución y aplicación a los distintos estratos de la población mientras que acá no disponemos de la suficiente planificación porque, para empezar, no se tiene idea de cuándo irán llegando las vacunas. No olvidemos que el acuerdo aprobado para que se pudiera disponer del recurso de urgencia nacional no fue firmado oportunamente porque el Presidente estaba muy ocupado en otros asuntos que sin duda él consideró mucho más importantes y urgentes que concentrarse en garantizar el acceso a las vacunas.

Una pandemia no se puede manejar bien sin datos confiables, que no tenemos, ni planes certeros, que tampoco existen. Es absolutamente necesario que las autoridades entiendan el rol que tienen que jugar en ese mercado muy competitivo de la vacuna en el que sería crimen de lesa humanidad andar viendo cómo se pellizca algo.

Redacción La Hora

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