Nunca como ahora los abogados de Guatemala habían enfrentado un reto ni un momento tan especial como el que se les presenta ante la oportunidad de rescatar el Colegio de Abogados que, desafortunadamente, fue víctima de la exitosa conspiración del Pacto de Corruptos para capturar a todas las instituciones que tengan que ver con la posibilidad de asegurarse un régimen de absoluta impunidad. Dada la importancia que ese Colegio tiene en las postulaciones y en la designación de Magistrados de la Corte de Constitucionalidad, la que siempre fue una elección basada en el prestigio de los postulados se convirtió en una bacanal en la que el financiamiento oscuro ejerce el mismo papel que tiene en la política nacional.
Chorros de dinero para comprar votos, más la influencia que tiene el corrupto aparato del Estado para orientar el voto de los muchísimos colegiados que son servidores públicos, han sido factor decisivo para las elecciones gremiales. Tanto así que de los más de 36,000 miembros del colegio apenas si participa en las elecciones una pequeña minoría mientras el resto prefiere abstenerse para no ser comparsa del oscuro juego en el que se postulan básicamente los que tienen el visto bueno de las mafias que han capturado a todo el país.
Pues en esta ocasión, cuando hay tanto en juego, se han postulado varios abogados decentes que tienen una hoja de vida que recuerda la de aquellos Presidentes del Colegio de Abogados cuyo prestigio enaltecía a todo el gremio. Es momento de que los honorables den un paso al frente para iniciar el rescate de una de las instituciones nacionales que ha ido cayendo en el precipicio de la corrupción, junto a las Universidades que también fueron objeto de la cooptación planificada y ejecutada para asegurar el control del sistema de justicia.
Creemos fundamental esta oportunidad en la que, por primera vez desde hace mucho tiempo, surgen planillas que realmente enaltecen al gremio y es momento de que todos los que se han abstenido por la frustración que provoca el avance de la corrupción en el país, aprovechen el momento para iniciar, desde el mismo núcleo gremial, el rescate de la institucionalidad y del Estado de Derecho pisoteado por los oscuros intereses que se han enseñoreado en Guatemala para desgracia e infortunio no sólo de algunos gremios, sino de todo un pueblo que, silenciosamente, ve cómo desaparece el papel del Estado promotor del bien común y generador de oportunidades para todos porque, tristemente, la función pública se convirtió en el instrumento para repartirse los fondos estatales.