Sergio Penagos
Partido Político: dominio en el que la pasión y la mala fe reinan generalmente.
Maurice Duverger
La mayor parte de los estudiosos de los partidos políticos, se han dedicado al análisis de sus doctrinas. Esta orientación es producto de la noción liberal que considera al partido como un grupo ideológico. Un partido es una agrupación de personas que profesan la misma doctrina política, decía Benjamín Constant en 1816. Antes que él, David Hume (1760) afirmaba que el programa propuesto, desempeñó un papel esencial en la fase inicial del partido y, se presentaba con el propósito de atraer a los individuos con similares ideas. Posteriormente, se privilegió la organización, siendo el antecedente más relevante de lo que, más adelante se llamó: la plataforma del partido. En la actualidad, en Guatemala, esta plataforma es de corte claramente electorero.
Algunos partidos políticos basaron desarrollaron su doctrina con un carácter religioso, llegando a ser fundamentalistas, cerrados y recalcitrantes, interviniendo en forma totalitaria, en la vida privada de sus miembros.
En este devenir histórico, surge la concepción marxista del partido-clase, que busca sustituir la noción liberal del partido-doctrina, estableciendo su praxis sobre la lucha de clases. Pero, burguesía y proletariado no constituyen dos clases sociales definidas, en términos económicos rigurosos, a pesar de caracterizar a dos mentalidades, a dos actitudes sociales y a dos géneros de vida diferentes, en forma similar a los liberales y los conservadores. Esta distinción permite aclarar ciertas dificultades referentes a la estructura de los partidos.
El desarrollo del socialismo propició la conformación de verdaderas oligarquías en el ejercicio del poder, en las organizaciones políticas o partidos, llegando a su máxima expresión en el Partido Comunista Soviético. La presencia de las oligarquías, en los partidos políticos, es una práctica plenamente vigente en la Guatemala actual, sin excepción.
Tradicionalmente, la organización y funcionamiento de los partidos políticos se basa en prácticas y costumbres no escritas; que son, casi enteramente consuetudinarias. Además, la actividad interna se rodea voluntariamente de misterio, de manera que a los afiliados, simpatizantes y detractores, no les es fácil obtener datos reales de la organización. Los estatutos y los reglamentos interiores no describen nunca más que una pequeña parte de la realidad y, raramente se los aplica de manera estricta.
En 1850, ningún país del mundo (con excepción de los Estados Unidos) conocía partidos políticos en el sentido moderno de la palabra: había tendencias de opiniones, clubes populares, asociaciones de pensamiento, grupos parlamentarios, pero no partidos propiamente dichos. 100 años después (en 1950), en la mayoría de las naciones, llamadas civilizadas, el funcionamiento de los partidos políticos era una práctica común, que ha sido imitada por las naciones emergentes, las que surgieron de las guerras de liberación, procesos de descolonización y del desmembramiento de territorios, entre otras razones.