Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso

“Cada 15 segundos una mujer es agredida en el mundo, cada 15 segundos un hombre deja de serlo” Jorge Moreno Pieiga

En el mundo entero, la violencia contra las mujeres se ha incrementado considerablemente, producto de esa violencia sobreviene la muerte diaria de un considerable número, la pregunta obligada ha sido ¿Por qué las mujeres? Y la respuesta tiene varias variables como las siguientes:

En la mayoría de los casos, el responsable de la muerte de la dama es alguien cercano a su entorno, en una multiplicidad de casos, el asesino es trata del esposo, ex esposo novio, ex novio, amante, conviviente o alguien cercano a su entorno, existe una relación, y esa relación es precisamente la que ha conmocionado hasta convertirse en un grito que no debe ser sordo de ¡Hasta aquí no más!, aunque no se trata de una situación eminentemente nacional, en nuestra sociedad ha rebasado los límites de cualquier fenómeno social criminal.

Un día sí, y otro también, los diferentes medios de comunicación tradicionales y las redes sociales, se inundan con la noticia de la muerte de una mujer, sin distingo de clases sociales o económicas, tampoco de su trabajo dentro de la comunidad, puede tratarse de una activista social, una piloto, una abogada o de una prostituta, todas son mujeres y todas merecen vivir dignamente, no con miedo, zozobra o angustia, lo peor para cualquier ser humano, es vivir con temor de morir en cualquier momento de la forma más ingrata posible.

Se crean movimientos, marchas, manifestaciones en contra de la muerte violente e indiscriminada de las mujeres por el hecho de ser mujeres, pero hasta ahí.

Además de ser violenta la muerte es llevada a cabo con saña, como si el criminal se encontrara lleno de odio en el momento de llevar a cabo el asesinato, el crear el mayor dolor a la victima antes y en el momento de su muerte es una de las características más evidentes del femicidio, el odio hacia la mujer se manifiesta en toda su crudeza, estoy escribiendo sobre el femicidio como la forma de terminar con la vida de una mujer por ser mujer, con alevosía y causando mucho dolor, para que los últimos momentos de ella sean de un máximo sufrimiento.

La denigración de la víctima, es uno de los elementos básicos de esta clase de muerte, reconocida en otros países como muerte de género, acá, aunque no con el mismo nombre, el fondo es el mismo, asesinar a las mujeres, dejando o no a la vista su cuerpo, como el caso de la Fiscal asesinada supuestamente por su esposo, siendo encontrado su cuerpo en una alcantarilla, causando sufrimiento a la víctima antes de su muerte, y a su familia después de la misma.

Regresando a los movimientos en contra del femicidio como un delito, desafortunadamente quedan en eso, solamente movimientos, porque la voz se pierde en la nada, no hay respuesta no solamente de las autoridades encargadas de la prevención, tampoco de las encargadas de la protección de la víctima, la persecución y la condena de los responsables.

Veamos, existe una gran cantidad de tratados y convenios internacionales que protegen el debido proceso, y como resultado de su aplicación estos tardan años, tantos que cuando los responsables por fin son llevados a juicio, (Si son llevados) probablemente ya habrían cumplido su condena, si es que son condenados, porque nuestra legislación es indubio pro-reo, pero ¿Y las víctimas? Nuestra legislación no es indubio pro-víctima.

A pesar de todos los convenios y tratados internacionales firmados por Guatemala en defensa de los DDHH, la victima es la ultima en la cadena entre ella, el victimario y el Estado (Y todas las instituciones encargadas de su protección) La victima es invisible antes de serlo, siéndolo y cuando ha dejado de serlo porque pasó a formar parte de las estadísticas.

Nos hemos convertido en un número dentro de una gráfica, esto demuestra que nuestra sociedad ha involucionado, y no avanzamos más allá, porque no hay quien defienda el derecho a vivir en libertad que tenemos las mujeres.

Tenemos derecho a la libertad de pensamiento, palabra, locomoción, pero ante todo a vivir, parece ser que se ha olvidado que nos asisten estos derechos.

En una sociedad en la que conformamos más de un 52%, nuestro derecho a la vida es -0.05%, lo que significa: Nada.

licgla@yahoo.es

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