Ayer la ministra de Salud Pública comunicó la mala noticia. La vacuna no estará disponible en Guatemala sino hasta finales de febrero y eso sólo para el personal de primera línea de atención en salud, lo que significa que el resto de la población en riesgo tendrá que esperar a que el presidente deje de andar de arriba para abajo para ponerle atención a un tema de extraordinaria importancia. En muchos países similares a Guatemala ya se está aplicando la vacuna desde hace varios días, pero en nuestro medio tendremos que esperar a que San Juan baje el dedo porque no disponemos de la capacidad administrativa ni siquiera para haber hecho uso oportuno del mecanismo Covax que fue creado para dar acceso a la vacuna mientras el Presidente, en vez de firmar el acuerdo de emergencia, se puso a enviar cartas a los laboratorios para conseguir “compras directas”.
Y si para adquirir la vacuna estamos teniendo tantos problemas, hay que pensar en lo que va a ocurrir cuando se tenga que aplicar a las personas. Aún países con enorme experiencia en vacunación y mucho más avanzada logística están teniendo problemas para asegurar el acceso universal a las vacunas y dada la diligencia que han mostrado las autoridades para siquiera adquirirlas, da pena lo que pueda ocurrir con la distribución en todo el país de manera que llegue a la gente.
Cuando se supo de la aprobación de las primeras vacunas quedó instalado el mecanismo Covax mediante el cual se ofreció acceso equitativo para todos los países, sin corrupción, de manera que no fuera aquello de que quienes tienen más dinero puedan tener más producto. Pero ello significaba, por supuesto, que cada uno de los países tenía que suscribirse a Covax y por lo visto en nuestro caso no fue así puesto que mientras países vecinos ya tienen en su poder las primeras dosis, nosotros tendremos que esperar un mes más para que llegue una ínfima cantidad que apenas si servirá para cubrir al personal que se juega la vida atendiendo a los pacientes en los centros asistenciales, dejando pendiente a toda aquella cantidad de personas que conforman los llamados grupos de riesgo que ya están siendo vacunados en prácticamente todo el mundo.
Y como no existe rendición de cuentas en Guatemala, no hay forma de saber qué fue lo que provocó ese lamentable retraso que puede tener graves consecuencias. Aquí nos dan las cifras que se les da la gana y no hay manera de que se puedan realizar auditorías sociales para ver si lo que nos están diciendo es la verdad y si el curso de la pandemia es como nos lo pintan las autoridades.
El problema vuelve a ser la ausencia de ciudadanía porque no tenemos la actitud de exigir y por eso es que tenemos las autoridades que tenemos. Sabemos que la institucionalidad está por los suelos y que acá solo piensan en dónde pueden sacar raja, pero nos resignamos y es nuestra sangre de horchata la que nos pasa facturas tan serias como la de ese inaceptable retraso en el suministro de las vacunas.