Marco Tulio Trejo

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Soy periodista, comunicador social y un soñador creador de opinión pública, para hacer conciencia que permita mejorar los problemas sociales, económicos y políticos que nos aquejan y nos mantienen inmersos en una sociedad con pocas oportunidades de vida para las nuevas generaciones. Estoy convencido de la importancia que tiene la prensa, en el fortalecimiento de la democracia, para coadyuvar a la consolidación de un Estado de Derecho con una certeza jurídica y el lema de mi señor padre siempre fue: “la pluma no se vende, ni se alquila”.

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Marco Trejo

En las primeras dos semanas de esta nueva década hemos visto un incremento en las desapariciones de mujeres, casos de Covid-19 y accidentes de tránsito, donde se ven involucrados pilotos de motocicletas. Estos datos son alarmantes y nos ponen preocupados por la cantidad de hechos que se conocen diariamente.

En el primero de los casos mencionados, pareciera que el Ministerio de Gobernación (Mingob), no tiene la capacidad de contener la desaparición de mujeres y más cuando vemos que, en menos de 24 horas, aparecieron los cadáveres de tres féminas en distintos lugares del país.

En todos los casos se menciona que existió una alerta previa de agresión contra las desaparecidas, incluso una de las jovencitas fue vulnerada, por su agresor, ahorcándola con su cabello. Si bien es cierto, muchos casos de desaparición no son lo que se denuncia, pero si existen otros donde las víctimas son acechadas por un enamorado, que al verse rechazado, opta por la agresión física.

Las estadísticas del año pasado, no las podemos contar, porque se vivieron nueve meses en confinamiento parcial y eso provocó que los datos que se tienen no sean la realidad de lo que se vive en el país. Pero aún con ese agravante, los jefes policiacos salen a decir que los logros son significativos, lo cual es totalmente falso y demuestra la incapacidad de los encargados de la seguridad ciudadana.

En lo que respecta al segundo tema, Covid-19 hemos visto como volvimos a caer en una saturación, en los seis hospitales, que han funcionan para atender a los pacientes que padecen del coronavirus. Algo que fue anunciado y previsto que sucedería, si bajábamos los brazos, ante una enfermedad que se encuentra latente en todo el mundo.

Si bien es cierto, las fiestas de fin de año, hizo que una gran parte de la población se relajara y dejara de mantener las medidas sanitarias para contener el Covid-19, pero no hicimos casos y vimos cómo, incluso muchos alcaldes, organizaron las fiestas patronales y permitieron que sus pobladores realizaran celebraciones, donde lo que menos se mantuvo fue el distanciamiento social, el uso de mascarillas y la desinfección personal de manos.

Pero ahora que tenemos la soga hasta el cuello, todos los jefes ediles se hacen de la vista gorda y en vez de asumir su responsabilidad, le echan la culpa a cualquier otra causa y vuelven a endurecer las medidas, que permitan bajar la gran cantidad de contagiados, lo cual es un poco tarde para hacerlo. En la primera quincena del nuevo año se han registrado hasta 1 mil 800 casos positivos cada 24 horas y el número de decesos también se ha mantenido en números alarmantes y lamentables.

Otros le echan la culpa a la falta de protocolos sanitarios en el transporte colectivo y a los “apuñuzcamientos” en los mercados cantonales. No importa cuál sea la causa, lo cierto del caso es que nos relajamos y vemos una emergencia nacional, como un juguete de niños, cuando la situación es más seria de lo que pensamos.

Por último, el tema de los accidentes de motociclistas, quienes con total impunidad, han tomado las carreteras como: “Juan por su casa”, rebasan por la derecha, luego por la izquierda, circulan sobre la línea blanca y se pasan los altos cuando les viene en gana. No respetan los límites de velocidad, menos la Ley de Tránsito.

En este problema social, porque ya se convirtió en una cultura, se reportan diariamente entre 45 y 50 accidentes y resultan muertos tres pilotos de motos, obvio porque su transporte, no es el más seguro del mundo, lo que hace pensar que es más primordial la movilidad que la vida. Pero volvemos a caer tal como empezamos, las autoridades donde están, tal pareciera que no hacen nada o no saben qué hacer.

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