Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Barrientos

Las causas del viejo y permanente fenómeno de la migración internacional son diversas: largos periodos de falta de políticas públicas reales, propias y regionales compartidas para propiciar el desarrollo de sociedades, pobreza, hambruna, guerras, violencia extrema, efectos de desastres naturales, hoy también consecuencia de una pandemia devastadora, en general condiciones deterioradas de vida, donde las oportunidades de mejora son cada vez menos posibles; los desplazamientos a otras partes del mismo continente se convierten en una valerosa expresión de voluntad para superar la adversidad y en un sueño de mejorar sus condiciones de vida; es así como personas escapan de sus países en desarrollo a economías más grandes; desplazamientos que impactan en las sociedades de origen, de tránsito y destino; aunque tiene aspectos positivos como los flujos económicos para los países de origen, propicia la interculturalidad, entre otros; solo se potencia lo negativo de manera compleja, en detrimento de seres humanos desafortunadamente.

Los procesos humanos de migración no se detendrán, son un fenómeno social que incluso ha dado origen a sociedades desarrolladas; mientras existan necesidades básicas insatisfechas, la búsqueda de un mejor destino seguirá existiendo en la naturaleza humana y no habrá fuerza ni muro que lo detenga. En consecuencia, la energía que se utiliza en sobre diagnosticar, atender, contener, y/o facilitar los procesos migratorios, debiese emplearse para implementar transformaciones más amplias y promover el desarrollo en las regiones de origen migratorio, con lo que seguramente se reduciría en un buen porcentaje los desplazamientos y se mitigarían las crisis humanitarias ya expuestas, dentro de un proceso de globalización que moldea nuestra rutina diaria. Las proyecciones indican que las subregiones y países en desarrollo crecerá en los próximos decenios, lo que significa un aumento de migraciones, el esquema no cambia sino se plantea de manera más amplia, siendo entonces hora de reconsiderar como se enfrenta el problema global de la migración, y aunque solo el 3.5 por ciento aproximadamente de la población son migrantes la cifra se aproxima a 272 millones de seres humanos que viven ese drama.

En este contexto las economías más fuertes deben atender a sus regiones, de manera más decidida y firme, la hegemonía tiene precio, o se asume, o se enfrenta a dificultades como estos desplazamientos masivos. El combate a la corrupción como eje de pérdida de recursos que pueden emplearse para programas de desarrollo; la cooperación regional bien empleada; el desarrollo de potencialidades geoestratégicas y geoeconómicas; el fortalecimiento de la interculturalidad; entre otros, puede sin ninguna duda hacer de las regiones espacios de vida más cordiales.

Los esfuerzos operativos interinstitucionales por contener tal fenómeno solo son un ápice del drama humano que debe atenderse desde sus orígenes; los esfuerzos operativos de contención son cada vez más frecuentes, en los que se exponen a quienes se enfrentan y contienen a las masas en su paso, es una acción con efecto muy temporal, ya que quien decide emprender su camino lo hará de una u otra manera sabiendo franquear los obstáculos en su recorrido. Tremenda dificultad a la que se exponen las fuerzas de seguridad, similares a las de la guerra.

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