La caravana de migrantes surgida de Honduras vuelve a poner en el tapete el tema migratorio en toda la región porque es indudable que se trata de un fenómeno social y un drama humano que afecta seriamente a Guatemala, El Salvador y Honduras, países que tienen problemas muy similares y que han sido encasillados bajo el término del Triángulo Norte de Centroamérica. Las caravanas han surgido principalmente en Honduras y alguna en El Salvador y no han tenido el éxito que sus organizadores esperaban. La caravana silenciosa, la de guatemaltecos que diariamente salen hacia Estados Unidos es mucho más efectiva, lo que hace pensar qué puede haber atrás de estas movilizaciones que se dan en momentos especiales de la política norteamericana.
Se dieron cuando Trump necesitaba que el tema migratorio fuera un cohesionador de su base y luego cuando había elecciones en EUA y ahora cuando está a punto de tomar posesión Joe Biden y el tema migratorio sirve mucho a los opositores al nuevo presidente. Obviamente no son organizadas por los Coyotes sino alguna misteriosa motivación hace que surjan estas llamativas caravanas que, eso sí, obligan a pensar en las causas de la migración.
Creemos que el nuevo gobierno de Estados Unidos debe entender que la migración es un producto natural de la pobreza que agobia a tantos en estos países y que tiene raíces profundas pero que se exacerba por la rampante corrupción que se ha adueñado del poder. Pueden diseñarse inmensos programas de ayuda para combatir la pobreza, pero mientras quienes los administren sean los mismos que se embolsan todos los recursos públicos, no habrá forma de detener la migración. Y lo mismo ocurre con la otra causa del problema, la violencia impune que se extiende por todos lados, puesto que sin sistemas de justicia honestos, comprometidos con el derecho y que no sean instrumento de impunidad, no habrá forma de contener a ninguna clase de crimen, no digamos al organizado que se convierte rápidamente en el “gran poder”.
En otra palabras, el principal esfuerzo tiene que ser erradicar la corrupción, esa misma que Trump alentó en Guatemala cuando negoció con Jimmy Morales la eliminación de la CICIG a cambio de que nuestro país se ofreciera como Tercer País Seguro en perjuicio de los migrantes. La corrupción está tan extendida y es tan poderosa en estos lares que controla los tres poderes estatales y hasta el sistema de partidos políticos para asegurarse perpetuidad y cuenta con poderosos apoyos de las élites que le sacan abundante raja a la prostitución institucional.