Danilo Santos

dalekos.santos@gmail.com

Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

post author

Es bastante irrisorio que analistas y expertos anden comparando el suceso del Capitolio estadunidense con la cotidianidad del quehacer político en América Latina, acuñando las palabras del mismo expresidente Bush ¨Es un espectáculo repugnante y desgarrador. Así es como se disputan los resultados de las elecciones en una república bananera, no en nuestra república democrática¨.

En Estados Unidos la ¨supremacía blanca¨ no es nueva, es parte de su ADN como nación, desde el principio de su historia la exclusión de la población afrodescendiente, migrante, mujeres o disidente de la visión de país que se tiene desde las élites blancas y conservadoras, es una constante solapada. Lo sucedido en el Capitolio solo desnudó ese pecado original de su manera de hacer política y concebir el poder.

Muestra de lo anterior es la Comisión Asesora Presidencial sobre Integridad Electoral creada por Trump y que tenía el objetivo limitar el voto ¨ilegal¨, según él y mucha de la dirigencia republicana, no digamos de las huestes que los siguen. Esto, claramente iba en contra de la Ley de Derechos Civiles y la Ley de Derecho al Voto en ese país, es decir, contra el voto de las minorías e inmigrantes. Esto no es nuevo, los republicanos vienen haciendo presión en muchos Estados para aprobar leyes de identificación de los votantes desde hace mucho, según ellos, porque el fraude se ha instalado en su sistema electoral y es necesario combatirlo, de hecho, el mismo Trump alegó esto en la elección que ganó.

Bien entonces, lo del Capitolio no es espontaneo ni es solo responsabilidad del magnate racista, misógino, egocéntrico y avaricioso que hasta hoy es su Presidente, es el reflejo de un país que no termina de ser democrático pero que se ufana de serlo. Es el indicador de lo que realmente piensan y sienten los republicanos más conservadores, en Estados Unidos y, en los países hacia donde han exportado su totalitaria pero cínicamente enmascarada visión del mundo. La matriz de las repúblicas bananeras se encuentra precisamente en USA.

Si a esa fórmula excluyente le sumamos los ataques a la institucionalidad democrática, a jueces y magistrados, a instancias encargadas de la investigación judicial, a los medios de comunicación, a los derechos humanos, descalificando y persiguiendo a todo aquel que no se pliegue a sus designios; pues estaremos frente al caldo de cultivo del abuso, del autoritarismo, que hasta ahora, solo habían apoyado descaradamente en América Latina, pero en el que siempre han creído y practican.

Ahora bien, qué lección hay que sacar de todo esto, debemos seguir viendo en la ¨democracia¨ gringa la panacea para nuestros países. Nos ha quedado claro ya que debemos buscar nuestros propios caminos y sistema político y electoral. O seguiremos a la vera de lo que suceda en un país donde se nos ve por los republicanos más rancios como su patio trasero. Guatemala es un laboratorio político donde parece que las lecciones son olvidadas y a cambio prevalecen los ¨capitolios asaltados¨ por quienes bendicen al país mientras hacen su voluntad, alejados completamente de la democracia y el respeto a su institucionalidad.

La supremacía blanca del norte acá es supremacía criolla.

Artículo anteriorTrump acierta al vetar el presupuesto de Defensa, aunque por razones equivocadas
Artículo siguienteMoto y Gálvez, en la senda de Conrado Reyes