Eduardo Blandón

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Fecha de nacimiento: 21 de mayo 1968. Profesor de Filosofía, amante de la literatura, fanático de la tecnología y enamorado del periodismo. Sueño con un país en el que la convivencia sea posible y el desarrollo una realidad que favorezca la felicidad de todos. Tengo la convicción de que este país es hermoso y que los que vivimos en él, con todo, somos afortunados.

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Eduardo Blandón

Hay todo un aparato en funcionamiento cuya finalidad es que nada cambie.  Intelectuales al servicio de la clase dominante, formando parte de la industria del espectáculo y de comunidades “científicas”, para hacer creer a la sociedad que el capitalismo es justo y que no puede pensarse en nada mejor.  Esa es la razón por la que existe la homogenización del pensamiento.

No es casual, por ello, que la mayoría compartamos los mismos gustos y tengamos las mismas preferencias en el cine, la literatura, el arte, la moda, la tecnología, la cocina y… también la política.  Escapar de “las tendencias” es virtualmente imposible porque las ideas, a fuerza de repetirlas en la televisión y encontrarlas en la red, las asumimos para normalizarlas y volverlas costumbres.

De ese modo, nunca ha sido tan complicado el ejercicio herético porque nada lo procura.  Ser inteligente, dice la ciencia construida por ellos, es aprender a adaptarse.  Así que, desde esa perspectiva, hay que asimilar los infortunios e injusticias porque es más de sabios.  Luchar y quejarse, insisten, es rebelarse frente a ese destino que no podemos cambiar.

No es casual, en este sentido, que autores como Ryan Holiday sea el maestro contemporáneo que nos enseñe a sufrir como lo hace un estoico del siglo XXI.  Su “The Daily Stoic Journal: 366 Days of Writing and Reflection on the Art of Living”, es un éxito editorial que conforma la conciencia de la nación estadounidense y procura también entre nosotros el arte de la resignación “cristiana”.

Es un cristianismo secularizado, un pensamiento arropado con las ideas de Séneca, Marco Aurelio y Epicteto que proponen Holiday y Massimo Picluicci, entre tantos otros, para “vivir una vida moderna”.  Extendida la pedagogía, todo lo que suene a protesta o disconformidad con el sistema cae dentro del ámbito de lo estúpido, del inconforme que es un quejica que no sabe cómo vivir.

No resulta extraño con ese marco “filosófico” que políticos como Macron critiquen a los franceses porque mucho se quejan.  Son “victimistas”, asegura, inconformes de las bondades del sistema que deberían agradecer.   El exbanquero y actual Presidente de la República Francesa olvida el desempleo, la desigualdad y la pobreza de su país.  Y claro, cuando se vive como faraón es fácil enseñar la resignación y las buenas costumbres a la ciudadanía que se gobierna.

No nos quedemos con la observación del político que vive lejos de nuestra realidad. Asumamos lo nuestro y pongámonos en guardia en contra del pensamiento único que nos adoctrina desde los diversos aparatos en funcionamiento.  Ejerzamos la crítica y evitemos la propagación de ideologías apaciguadoras que permitan el saqueo de unos pocos que viven a cuerpo de rey.  Seamos más listos y opongámonos con nuestras propias armas.

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