Pedro Pablo Marroquín Pérez
pmarroquin@lahora.com.gt
@ppmp82
No importa si son elecciones nacionales o gremiales como la que se llevó a cabo el día de ayer por el Colegio de Abogados en el Club de Oficiales y otros lugares del país, con el afán de elegir magistrado titular para que termine el periodo del ex magistrado Bonerge Mejía en la Corte de Constitucionalidad (CC).
El punto es que tanto en unas como otras, el gran ganador está siendo el abstencionismo. Se estima que el padrón electoral en el Colegio de Abogados era de 33 mil y solo votaron 6,151, es decir, solo el 18.63%
En las elecciones del 2019 el abstencionismo fue del 37% y la UNE sacó el 25% de los votos válidos una elección que, como le pasa a Sandra Torres seguido, perdieron a manos de Vamos y Alejandro Giammattei. En la segunda vuelta del 2019, el abstencionismo fue del 57%.
Entonces, ante esas evidencias, no necesitamos ser astros físicos para determinar que en las elecciones de Guatemala el abstencionismo juega un rol fundamental y es importante vernos para adentro para atacar las causas que están ahuyentando a los votantes.
Que los miembros de una sociedad se rindan ante el poder del voto que es igual al poder de su voz, es demasiado peligroso para el futuro de un país y eso explica por qué en Guatemala nos terminamos quejando de las autoridades nacionales y gremiales.
Para responder la inasistencia a las urnas la gente dice muchas cosas, pero principalmente que no hay opciones y que nada cambia y es cierto, pero ahora toca preguntarnos por qué no hay opciones y por qué no cambie nada.
Personalmente creo que no hay opciones porque la gente con deseos sanos de cambiar Guatemala o un gremio cedió demasiados espacios ante el concurso de quienes desean utilizar el poder para su propio beneficio, hacer negocios o servir a grupos en particular.
Y ante eso, obviamente nada cambiará luego de las elecciones porque muchos de los que participan lo hacen con la esperanza que les suena la flauta para poderse repartir el botín aprovechando la indiferencia, la apatía que se refleja en el abstencionismo.
El que nada cambie es lo que sigue contribuyendo al hartazgo y generalmente, esa es la fórmula que da paso al populismo y en Guatemala estamos a la puerta de eso para la próxima elección general. Más allá de si será de derecha o izquierda, lo cierto es que cualquier tipo de populismo no entrará a resolver los problemas de fondo del país que generan tanto hartazgo en la gente.
Podemos culpar a otros, podemos meter mil y una excusas pero con entereza debemos asumir responsabilidad para decidir si queremos seguir siendo espectadores y “participantes” en elecciones que no terminan incidiendo en un futuro mejor o si deseamos volverle a dar poder a nuestras voces expresadas en las urnas.
Si queremos retomar el camino, las reformas, los ajustes al sistema son necesarios porque si no enfrentamos los vicios, nuestras voces expresadas a través de los votos no serán más que “mansas expresiones” y le seguiremos regalando espacios a las mafias que son insaciables.