David Barrientos
La importancia de las cuencas hidrográficas suele entenderse al compararlas con el sistema circulatorio del cuerpo humano, las primeras llevan y mueven el agua a través de la tierra, como en nuestras venas circula la sangre a través del cuerpo; dependemos tanto de la sangre los humanos para vivir, como el ambiente depende del agua para mantenerse con vida. Una planificación respecto a la protección, gestión y conservación de los flujos del agua y su utilización podrá evitar su escases en el futuro, además de propiciar un monitoreo que en primera instancia podría evitar catástrofes para las comunidades a lo largo de las cuencas; la utilidad para mantener las alertas incluso puede servir a quienes utilizan el agua con fines de producción de energía, el ejemplo lo tenemos en la fuerza de la naturaleza mostrada el presente año en la Verapaces principalmente, que por cierto es cíclico.
Sin duda las represas con fines de generación de electricidad son motivo de progreso; sin embargo, su impacto social y ambiental son una realidad, misma que puede minimizarse. Tal emprendimiento debería incluir de manera decidida la protección y conservación de las características geográficas estratégicas correspondientes. Dado que la tierra en las cuencas generalmente es propiedad con registros catastrales privados diferentes, puede ser difícil obtener la cooperación de todos para protegerla; y pese a que el medio ambiente nos involucra a todos; sin duda es menester que quienes más provecho e impacto generan, más se involucren en la conservación de las cuencas altas, medias y bajas, lo que implica propiciar certeza y evitar conflictos sobre propiedad de tierras; planificar el flujo de aguas, adquirir propiedades, establecer convenios con comunidades, atender y proteger puntos y áreas geográficas específicas como: nacimientos caudalosos, humedales, encuentro de ríos y demás características geográficas en su curso, debiera ser una prioridad, obteniendo en mediano plazo, entre otros: estabilidad en las regiones y aumento en la cantidad de agua cada vez más escasa.
Sin duda el desarrollo y progreso con el aprovechamiento de la fuerza de la naturaleza pueden derramar inversión en áreas de interés; ahora bien, habrá que saber si en Guatemala existe una gestión sostenible de las aguas, si en los proyectos de tal naturaleza contemplan dentro de su presupuesto algún porcentaje para el desarrollo social y la protección ambiental y si es así, ¿lo estarán haciendo? y ¿dónde están los proyectos?
El acostumbrado manejo puede ser diferente y revertir el tratamiento de las cuencas, seguramente puede ser de beneficio múltiple, sin detrimento en la inversión para la generación de energía y seguro que, sí puede haber armonía en la interrelación entre los recursos naturales, las personas y el desarrollo; ello evitaría las accidentadas relaciones entre desarrolladores y comunidades; solo así podremos decir que la generación de energía hidroeléctrica es limpia, renovable y sostenible. Una cuenca saludable protege el abastecimiento de agua, alimenta los bosques, la vida silvestre, mantiene el suelo fértil y respalda la autosuficiencia de las comunidades, incluso mantiene la fuerza necesaria para proyectos hidroeléctricos. ¿será tan difícil entender esto?