El resultado no podía ser distinto toda vez que es imposible defender lo indefendible. Por más que Consuelo Porras blasone de su trayectoria de 40 años como mujer de derecho, sin aportar detalles de cuáles han sido sus logros en esa función, la verdad es que su imagen ante la opinión pública está por los suelos como resultado de sus actuaciones desde que aceptó el cargo que negoció con Jimmy Morales para convertirse en la fiscal garante de su impunidad, no digamos cuando hizo lo propio con Giammattei buscando su reelección al frente del Ministerio Público.
Su cantaleta no produce ya ningún efecto ni siquiera en aquellos que en Embajadas decían que había que darle el beneficio de la duda y esperar resultados. Se fueron ellos antes de que se dieran los resultados maravillosos que estaban esperando para lavar el rostro de la fiscal que se esforzaba en darles la apariencia de que era real soporte de la Fiscalía Especial Contra la Impunidad que da la cara por la justicia en este país.
El escandaloso caso de la contratación de una cuestionadísima abogada para ser la Fiscal Especial para conocer de las denuncias de la Fundación Contra el Terrorismo, que busca afanosamente defenestrar a la FECI, fue el colmo de los colmos en una administración que se pinta sola. Bajo el argumento de que ella no es “adivina”, la autoproclamada mujer de derecho defendió un nombramiento que atentaba contra cualquier principio legal y ético. La fiscal nombrada públicamente se expresó a favor de los mensajes en redes sociales de aquellos que dirigen la avalancha de críticas contra Juan Francisco Sandoval, no digamos que estuvo en la planilla del ministro maletero y de otras entidades sujetas a investigación de la FECI. Pero, además, tenía relación sentimental con una persona sindicada de narcotráfico y cuya extradición pide Estados Unidos.
Siguiendo el público consejo de aquellos a los que tiene chantajeados, dijo que la culpa fue de sus asesores porque ellos revisaron los expedientes, pero en un nombramiento de ese calibre para un tema tan polémico, la autoridad superior tenía que desempeñar un papel más activo (como sin duda ocurrió) y no es cuestión de adivinanzas sino de hacer algo que el MP debe hacer todos los días y que es el fundamento de su existencial. Bastaba investigar para determinar las cualidades o defectos de quien sería la titular de la fiscalía que investigaría lo que Fundaterror dice sobre Sandoval. Pero, otra vez como ocurre cuando le conviene, el MP no hizo ninguna investigación seria y responsable.