Carlos Figueroa

carlosfigueroaibarra@gmail.com

Doctor en Sociología. Investigador Nacional Nivel II del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología de México. Profesor Investigador de la Benemérita Universidad Autónoma de Puebla. Profesor Emérito de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales sede Guatemala. Doctor Honoris Causa por la Universidad de San Carlos. Autor de varios libros y artículos especializados en materia de sociología política, sociología de la violencia y procesos políticos latinoamericanos.

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Carlos Figueroa Ibarra

La buena noticia, el Gran Polo Patriótico, coalición de todas las fuerzas partidarias del chavismo ganó las elecciones legislativas obteniendo 68.43% de los sufragios frente a la Alianza Democrática (COPEI-AD) que obtuvo 17.52 y de la disidente Primero Venezuela que obtuvo 4.5. Otra buena noticia, el chavismo recupera el control de la Asamblea Nacional que había perdido en los comicios de 2015 y que le costó enfrentar a una derecha insurreccionada y con afanes golpistas. Una buena noticia adicional, el chavismo pasó de ocupar 55 de los 167 escaños en la legislatura que asumió en 2016, a tener 190 de los 277 de la legislatura actual. La mala noticia: el abstencionismo en estas elecciones alcanzó casi el 70% y el número de votantes que asistió a las urnas fue de 6 millones, una cantidad un poco superior a lo que se considera el voto duro del chavismo (5 millones).

Las razones del abstencionismo pueden ser muchas. No cabe duda, una de las principales fue el llamado a no asistir a las urnas hechas por los cuatro grandes partidos que en 2016 integraron la Mesa de Unidad Democrática, en este momento encabezada por el ficticio presidente Juan Guaidó. Otra razón podría ser la pandemia, pero sabido es que esta calamidad mundial no desalentó a los votantes en Bolivia en el mes de octubre. Cierto es que Venezuela enfrenta una situación llena de adversidades desde 2013, cuando Hugo Chávez falleció. Al año siguiente el precio del barril de petróleo bajo de 100 dólares a 36 propinándole a la economía venezolana un golpe severo si tomamos en cuenta que más del 95% de sus exportaciones provienen de dicho hidrocarburo.

Sumémosle a ello el bloqueo que ha sufrido su economía por las grandes potencias y los efectos económicos de la gran inestabilidad a que fue sometido el país merced a los continuos disturbios (guarimbas) que propició la derecha en el ánimo de derrocar a la Revolución Bolivariana. Venezuela ha vivido en los últimos años con un proceso hiperinflacionario desquiciante que en 2018 llegó a 4,520%. Desde 2014, el PIB ha caído notablemente (-3.9%) y en los años siguientes la situación ha sido peor: 2015 (-6.2%); 2016 (-16.5%); 2016 (20.2%); 2017 (-12%); 2018 (-19.6%) y 2019 (-25%). En pocas palabras, en Venezuela se vive una crisis económica y política profunda.

Llama la atención el que a pesar de esa situación desquiciante, la oposición reaccionaria no haya podido capitalizarla y derrotar al chavismo. En esta ocasión volvió a recurrir al llamado a la abstención y le ha dejado el control del poder legislativo. Estados Unidos de América, la Unión Europea, Gran Bretaña y el Grupo de Lima han deslegitimado el proceso electoral. No así el mediador expresidente español José Luis Rodríguez Zapatero quien ha concluido que tales medidas han resultado inútiles. En medio de la adversidad la Revolución Bolivariana ha sobrevivido. La certeza popular de que la alternativa derechista sería peor, los 45 mil consejos comunales y el apoyo de las fuerzas armadas, acaso sean la explicación.

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