Al ser descubierta la Fiscal General nombrando como Fiscal Especial para tramitar las denuncias de la Fundación del Terrorismo en contra de la FECI a una abogada que es seguidora y reenvía mensajes de los netcenteros contratados para destruir cabalmente el trabajo en contra de la corrupción, doña Consuelo tuvo que dar marcha atrás dejando sin efecto el nombramiento. Pero en el comunicado que publicó dice literalmente: “Le reiteramos a la ciudadanía que el Ministerio Público es una institución imparcial, objetiva y técnica, sin ningún sesgo que incida en su labor investigativa y su actuar siempre se desarrolla con base en lo que establece la Constitución Política de la República y con apego al principio de legalidad”.
Algunos “ingenuos” dicen que Consuelo Porras fue mal asesorada y sorprendida en su buena fe con la creación de esa Fiscalía Especial y con el nombramiento de la abogada que había trabajado bajo las órdenes del dueño de las maletas que encontró la FECI en la Antigua. Ellos son los únicos que creen lo que dice el comunicado del MP cuya falsedad salta a la vista al evaluar las actuaciones que esa institución ha tenido desde que fue capturada por el Pacto de Corruptos cuando Jimmy Morales escogió a Porras como su mejor escudo (papel que sigue jugando a la perfección).
Tan imparcial, objetiva y técnica y sin sesgo que detuvo una investigación de la misma FECI contra la Secretaría General de la Presidencia por no haberse comportado “cordial” ante la negativa de la funcionaria a proporcionar la información que se le requería en el marco de una investigación criminal. ¿Dónde en la Constitución y en los principios de legalidad dice que los fiscales tienen que ser cordiales con los sujetos investigados?
La figura del Fiscal Especial existe en Guatemala y en muchos lugares y para, según ella, lavarse las manos a la hora de iniciar un proceso contra Juan Francisco Sandoval, Porras eligió ese camino con el fin de explicar a la comunidad internacional que no fue ella la que ordenó acusarlo, sino una Fiscalía Independiente. Pero fue tan burda la maniobra que escogieron a alguien que públicamente había definido en qué bando estaba, lo que le desbarató el juego y la dejó en evidencia.
No hay tales de que fuera mal asesorada y de que haya rectificado como dicen sus cínicos defensores oficiosos. Fue sorprendida con las manos en la masa y por ello no tuvo más remedio que recular porque la abogada era admiradora declarada de los voceros de quienes acusan a Sandoval.