Gladys Monterroso

licgla@yahoo.es

Abogada y Notaria, Magister en Ciencias Económicas, Catedrática de Derecho Financiero y Tributario de la Universidad de San Carlos de Guatemala, Diploma otorgado por la Corte de Constitucionalidad en 2005, como una de las Ocho Abogadas Distinguidas en Guatemala, única vez que se dio ese reconocimiento, conferencista invitada en varias universidades de Estados Unidos. Publicación de 8 ediciones del libro Fundamentos Financieros, y 7 del libro Fundamentos Tributarios. Catedrática durante tres años en la Maestría de Derecho Tributario y Asesora de Tesis en la Facultad de Ciencias Jurídicas de la Universidad de San Carlos de Guatemala.

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Gladys Monterroso
“No hay denuncia verdadera sin compromiso de transformación, ni compromiso sin acción.” Paulo Freire

Conforme ha involucionado la historia del país, nos hemos visto envueltos en una espiral de corrupción que corroe las entrañas, de una sociedad ávida de cambiar el rumbo de informaciones constantes en el que se “pierden” millones, sin que nadie haga nada por resolverlo, contando con un MP, Cortes, y demás instituciones del Estado cooptadas por las mafias que se han adueñado de la vida y el futuro de un país que clama por Justicia.

En el 2015, la población salió a las calles, denunciando el ahogo en el que nos había colocado el régimen del momento, el binomio presidencial renunció e inmediatamente, acusados por los índices de corrupción evidentes y flagrantes, en la que nos encontrábamos, esperan proceso penal.

Cinco años y días después, estamos en una situación aún peor, con unas Cortes de facto porque el periodo constitucional para el que fueron elegidas venció en demasía, un MP inoperante, sumado a lo anterior una Feci, que se dedica a perseguir a los contribuyentes “defraudadores” mientras se “pierden millones” sin que exista respuesta por parte del órgano investigador, que investiga. si a eso se le puede llamar, hechos que no son de su competencia.

Vivimos envueltos en una comedia barata, en la que tanto los guionistas, como los productores y actores adolecen de categoría alguna, para realizar una representación ante un público poco exigente, por lo que solamente a nosotros nos pueden vender una función, como la que nos han vendido, en la que de la forma más burda ninguna institución responde a los objetivos para las que fueron creadas, todas siguen un guion que no fue previamente establecido, se va escribiendo conforme las necesidades de los dueños del circo dictan al escribiente de turno, como se continuará redactando un guion, que adolece de tantas faltas de lingüística que representan la izquierda por la derecha y viceversa.

En medio de este sinvivir, la población salió nuevamente a las calles, a gritar basta, pero las condiciones han cambiado, la situación es más compleja que hace más de cinco años, porque no existe institución alguna que garantice cierta solvencia institucional, todas, absolutamente todas adolecen de problemas institucionales, por lo que ninguna puede garantizar al ciudadano la defensa ante un sistema colapsado, porque así a convenido a los dueños de la finca, con la diferencia, de que da la impresión de que a los escritores del guion se les perdió el mismo, por lo que hasta ellos perdieron el rumbo, y no saben cómo encausarlo.

Hoy se mencionan tanques del pensamiento, pero los pocos que existen (Si algunos quedan) se encuentran fuera de contexto, los intereses de las nuevas generaciones se han modificado, de tal forma que no existen puntos de coincidencia con las generaciones anteriores, derivado de lo anterior nos encontramos en un punto muerto, en el que no se observa de momento, evolución alguna, porque proveniente de lo anterior, nos encontramos como el hombre del cuadro de Munch, que expresa desesperación sin que nadie lo escuche, porque su grito se pierde entre la soledad de una voz que no se escucha, porque no interesa el significado de la persona que representa.

Así se encuentra la sociedad guatemalteca, gritando al mundo que la institucionalidad se pierde cada día más, sin que encuentre eco a voz que no se pierde en el vacío de una sociedad inmersa en sus propios problemas, en plena cúspide de una pandemia, con fenómenos naturales golpeando aún más la débil economía, sin respuesta ni de dentro ni de fuera, solamente la denuncia popular debidamente estructurada podría levemente reencausar el camino perdido, pero a excepción de los universitarios que por primera vez sin distingo de emblema alguno, se han unido por la lucha de recuperar las instituciones, las organizaciones se observan dispersas.

Sumado a lo anterior la infiltración de actores anónimos no solo físicamente, también por medio de las redes sociales publicas y privadas, tergiversan la información, desorientando aún más a un pueblo que, en el momento actual, cuanta con una sola arma: La denuncia, para preservar una alicaída democracia.

Al observar este panorama, lo que se debe mantener es la esperanza de nuestra propia autoconstrucción como sociedad.

licgla@yahoo.es

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