Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Barrientos

Vivimos en un mundo interdependiente, con efectos del cambio climático, bajo los efectos de una pandemia, con crisis sanitaria, económica y alimentaria, con diversidad de agendas de grupos de intereses de carácter: ambientalista, protectores de animales, globalista, etc. invadidos por información verdadera y falsa a velocidad de la luz, polarización ideológica y religiosa. Ante ello, quienes se dedican o incursionan en la cosa pública no saben con quién negociar para mantener la estabilidad política, económica y social, en muchos casos no saben o no deciden para quien gobernar y peor aún sin una agenda que direccione su quehacer en beneficio de los ciudadanos y para ponerle la guinda al pastel sin aparente diagnostico nacional propio.

No debemos olvidar que nuestra constitución política direcciona que el Estado de Guatemala se organiza para proteger a la persona y a la familia, su fin supremo es la realización del bien común; en tal virtud no debiera haber duda, en cualquier interpretación el aproche es al bienestar general. Hay suficientes instrumentos de referencia en los que se identifica cuáles son los grandes temas que debieran ser las prioridades de país, que contienen criterios e identifican las debilidades y que coinciden en cinco aspectos centrales del desarrollo humano: reducción de la pobreza, acceso a servicios de salud, acceso al agua, seguridad alimentaria, acceso a la educación y la seguridad, que permita la implementación de las respectivas agendas.

A nivel global el derecho al disfrute del más alto nivel posible de salud física y mental está reconocido. En nuestro país los indicadores de salud muestran que el sistema hospitalario no ha logrado proveer servicios comunitarios, ambulatorios y hospitalarios de calidad para la población con limitaciones de acceso geográfico, económico, cultural y funcional, si sumamos que los guatemaltecos como muchos seres humanos en el mundo de hoy centran sus prioridades en la salud, esto se convierte en una oportunidad para quienes hacen gobierno, nunca antes el interés ha estado de una u otra manera tan uniforme, convirtiéndose este gran tema en una prioridad, un justo a tiempo para orientar los esfuerzos de Estado a la salud de manera seria, construyendo un sistema solido soportado con infraestructura resiliente y un equipamiento de primera y así no solo atender la crisis sanitaria provocada por el COVID-19 y los desastres provocados por la fuerza de la naturaleza, que además los dos temas pueden repetirse con más frecuencia de acá para adelante, sino resolver uno de los grandes problemas, pues además de hacer llegar los servicios de salud a los guatemaltecos, también puede hacer llegar una derrama de recursos a diversas regiones del país con la requerida mano de obra nacional.

La vejez de la polarización que se vive nos ha segado el razonamiento, hoy amenaza la integridad de la democracia, esta senectud está siendo ayudada por tecnologías que no controlamos, consume energía que se pudiera orientar a construir una agenda de prioridades nacionales; la democracia funciona cuando hay negociación y cada lado es capaz, al menos, de ver el punto del otro lado y sin duda hay más acuerdos que desacuerdos cuando se dialoga, incluso entre los extremos.

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