Danilo Santos

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Politólogo a contrapelo, aprendiz de las letras, la ternura y lo imposible. Barrioporteño dedicado desde hace 31 años a las causas indígenas, campesinas, populares y de defensa de los derechos humanos. Decidido constructor de otra Guatemala posible.

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Danilo Santos

No basta con renuncias o recambios, Guatemala necesita construirse de nuevo desde los pueblos: desde los cimientos del color de la tierra, desde la cosmovisión donde caben muchos mundos, desde la equidad de las ideas políticas. El gobierno de Giammattei ya fracasó porque el sistema construyó su debacle hace casi doscientos años, y por si fuera poco, él, el Presidente aceleró el descalabro con su irascibilidad e intolerancia, con su racismo y su violenta manera de gobernar a gritos.

Guatemala está llena de múltiples dirigencias que son capaces de sacar el país adelante; no vienen de las élites criollas y económicas, no hacen parte de la aristocracia o la oligarquía, y de eso se trata, es momento de gobernarnos y no que nos administren como finca. El camino es largo, pero hay que empezar a caminarlo, sin cacicazgos ni ungidos, sin unipolaridades políticas, étnicas e ideológicas: bien hecho, cabemos todos.

Esta sociedad está construida sobre bases que a pocos importan, basta con salir a las calles citadinas para sentir la ausencia de Estado, no digamos en la Guatemala Profunda donde cada día vivido es un logro hercúleo. Esta cultura de “nos vale todo y se vale todo”, es producto de cientos de años de matarnos por los mendrugos que caen de las mesas señoriales, ya basta, seamos capaces de gobernarnos y ser civilizados. Nos lo merecemos. Ya pasaron casi dos siglos desde que se nos impuso tributo, religión y obediencia. Dos siglos de deconstruirnos y volvernos mansos y salvajes a su antojo. Ya basta.

Maneras hay. Elecciones concurrentes, listados abiertos, un Senado con representación de los pueblos, un Congreso con representación distrital, abandonar el presidencialismo centralista y que la dirección del gobierno sea electa por la representación de los pueblos. Por mencionar algunas propuestas. Aparte está la transformación total de un aparato estatal al servicio de la corrupción y el capitalismo que no está dispuesto a pagar para ganar sino a pagar para corromper y enriquecerse ilícitamente. Aparte está el sistema educativo pensado para multiplicar la mano de obra barata y truncar el pensamiento crítico desde los primeros años hasta ser entes embrutecidos que defienden al opresor “pensando”, sintiendo, que se defienden a sí mismos. Ya basta.

No basta con invertir en más en infraestructura, en mejorar algunas cosas, es el Sistema el que hay que cambiar totalmente, si no lo hacemos ahora, pasaremos otros dos siglos embobados con gritones de ocasión, con falsos adoradores del altísimo, con trúhanes y con remedos de saltimbanquis que se comparan con Manuel Colom Argueta. Otros dos siglos con la niñez muriendo de hambre, no en sentido figurado sino real, crudo, vergonzante. Otros dos siglos de pensamiento escolástico gobernando las familias, las escuelas, los aparatos ideológicos del Estado y la propia sociedad.

Aquí, o luchamos en todos los frentes o perdemos en todos los frentes. No se trata pues de siglas o consignas que triunfen, de segmentos; se trata de un país inviable que ha sido sostenido por los olvidados y los sin voz, por los de siempre… Dejemos de ser mansos y salvajes a su antojo.

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