Sandra Xinico Batz
Guatemala es una herida, una que no sana, que cada día duele más. Esta patria racista, machista, colonial es impuesta para que la injusticia y los privilegios prevalezcan. El problema se combate cambiando lo que nos han dicho que no se puede cambiar. El modelo de Estado es parte del problema que pudre a este país, esto quiere decir que los gobiernos putrefactos no pueden cambiarse a sí mismos, porque son los encargados de que todo siga igual: funcional para los ricos, más hambre para los empobrecidos.
Buscan nublar nuestras consciencias, para que creamos que el origen de todos los problemas está en el gobierno; si esto fuera realmente así, todo sería muy sencillo, bastaría con cambiarlo para que todo funcione para bien nuestro, pero ya hemos corroborado que esto no es así, la coyuntura es el mejor ejemplo, de que sacar a Otto Pérez Molina no implicó que la situación mejorara, porque el sistema político ha permanecido intacto y aunque los rostros en el gobierno cambien, las mañas sigue siendo las mismas y nada de esto será diferente mientras que la estructura que los sostiene continúe indemne. Una herida profunda no se puede parchar con curitas.
Por esto es necesario insistir, en que no será dialogando con los gobiernos corruptos, que encontraremos las soluciones a la desigualdad y a la injusticia de este país saqueado por siglos. El que las cosas estén como estén beneficia a los ricos, porque el empobrecimiento garantizará que no falte mano de obra barata explotable, que siga labrando la riqueza de los poderosos, por eso hay que desconfiar de ellos, porque no fácilmente estarán en la disposición de ceder, pues esto implicaría que el poder se movería hacia otro lado.
Todo este modelo no se sostiene gratis, lo sostenemos nosotras, nosotros, los pueblos, los pobres. Han hecho de Guatemala un país invivible y quieren mantenerlo así. Nada bueno emergerá de un proceso tutelado, por quienes tienen responsabilidad directa en el estado de hambre y pobreza en el que nos encontramos.
Aún falta para que amanezca para nuestros pueblos, esto no quiere decir que nunca sucederá. Vamos por lo imposible: queremos decidir y tomar las decisiones, para que ya nadie se atreva a hablar por nosotras, nosotros. Organización no es sinónimo de ongeismo, organización no es depender de la cooperación internacional. La colonización no se ha detenido y nos hace creer que otras formas de política son imposibles, que todo esto siempre fue así y que nada cambiará, de esta manera se aseguran de que pensemos el Estado como una camisa de fuerza.
Para construir algo distinto es necesario pensar en lo imposible.
Hemos resistido al asedio, los pueblos son un ejemplo de perseverancia, de no permanecer inmóviles frente a la realidad, sino provocar los cambios y estos deberán surgir de quienes históricamente han sido excluidos, de lo contrario, esos cambios no nos beneficiarán.