Mariela Castañón

mcastanon@lahora.com.gt

Licenciada en Ciencias de la Comunicación, once años de ejercicio periodístico en la cobertura de niñez, juventud, violencias, género y policiales. Becaria de: Cosecha Roja, Red de Periodistas Judiciales de América Latina, Buenos Aires, Argentina (2017); Diplomado online El Periodista de la Era Digital como Agente y Líder de la Transformación Social, Tecnológico de Monterrey, México (2016); Programa para Periodistas Edward R. Murrow, Embajada de los Estados Unidos en Guatemala (2014). Premio Nacional de Periodismo (2017) por mejor cobertura diaria, Instituto de Previsión Social del Periodista (IPSP). Reconocimiento por la "cobertura humana en temas dramáticos", Asociación de Periodistas de Guatemala (2017). Primer lugar en el concurso Periodístico “Prevención del Embarazo no Planificado en Adolescentes”, otorgado por la Asociación Pasmo, Proyecto USAID (2013).

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Mariela Castañón
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El 11 de abril de 2016 fue asesinado Miguel Antonio Rojas, de 17 años. Vivía en situación de calle y en condiciones precarias. Faltaba un día para reflexionar sobre el Día Internacional de la Niñez en Situación de Calle, que se conmemora cada 12 de abril.

Miguel murió de un disparo, en la 1ª. Calle y Avenida Reforma de la zona 10, mientras que dos de sus amigos, fueron heridos.

La Comisaría 13 de la Policía Nacional Civil (PNC) consignó en su informe, que aunque testigos dijeron que Miguel “era un supuesto asaltante”, también surgieron otras versiones en el lugar, de “que fue confundido con asaltante”.

En la información preliminar había poca claridad sobre lo que sucedió, como fue, en qué circunstancias. La PNC documentó testimonios de personas que tampoco estaban seguras de lo que había pasado.

Miguel fue identificado por Duncan Dyason, director de la Fundación Mi Arca, la cual trabaja con la niñez y juventud en situación de calle.

Por eso, busqué a Dyason, quien me explicó que Miguel estaba consciente de los problemas que podrían generarse al cometer un acto al margen de la Ley, por lo que dudaba que estuviera delinquiendo.

“La mayoría de los jóvenes con los que trabajamos tratan de vivir de manera tranquila, no están buscando problemas. La mayoría de ellos usan solventes para quitarse el hambre y el dolor que sienten; piden dinero para sobrevivir y para su solvente”, me dijo Dyason.

Mi intención más allá de informar sobre otra muerte violenta era obtener un poco más de información que me permitiera acercarme a la verdad de lo que sucedió, así como entender la vida de la niñez y juventud en situación de calle.
Dyason fue una de las personas que me permitió reflexionar y entender mejor la vida de estos niños. La verdad es que también me sentí mal por los niveles de insensibilidad que manejamos como sociedad -me incluyo-, porque mientras dormimos en una cama cómoda, con cobijas. Tenemos alimentos en nuestra mesa y hasta agua caliente para bañarnos, decenas de niños, niñas y adultos, sufren por no tener donde vivir y están expuestos a tantos riesgos y violencias.

A través de las imágenes compartidas por Mi Arca, conocí a Miguel, un jovencito que orgulloso posa para la fotografía sosteniendo un dibujo.

La imagen todavía me provoca un nudo en la garganta. Miguel dibujó un bombero dentro de una ambulancia. En la parte superior dice “Mi sueño es ser bombero”. Miguel dejó esa estampa como recuerdo de su existencia, por este país lleno de injusticias.

Después de esa cobertura me sentí con la responsabilidad moral de informar al respecto y a tratar de profundizar en un tema que probablemente sigue pasando desapercibido, pero que nos invita a aportar como seres humanos y profesionales de diferentes ámbitos.  Estos fueron algunos de los textos que escribí Matan a un joven y hieren a otros dos en la zona 10 – La Hora Cuando oler solvente ayuda a calmar el hambre… – La Hora.

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