Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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Algunos medios de comunicación de Estados Unidos, pero de manera muy destacada CNN, señalan que la negativa del gobierno de Trump a permitir que Joe Biden reciba los informes de inteligencia, que generalmente se empiezan a compartir con los presidentes electos sin mayor trámite, constituye un “serio problema y riesgo” de seguridad nacional porque quien ocupará la Casa Blanca está ajeno a lo que pueda convertirse en una crisis para la mayor potencia mundial. En primer lugar, creo yo, a Biden ahora le llueven informes de expertos en inteligencia y en seguridad nacional, aun de empleados de agencias de gobierno, porque así como durante estos cuatro años varios se han convertido en Whistleblowers (soplones) para denunciar acciones impropias de la administración, ahora se multiplicarán los que están dispuestos a compartir información con el futuro Presidente.

Pero lo más importante, creo yo, es que desde aquí al 20 de enero del año entrante, y aún después de que el Colegio Electoral haga la elección formal y que las cortes conozcan la montaña de impugnaciones sin sustento que están presentando los republicanos, el Presidente de los Estados Unidos es Donald Trump y por mandato constitucional puede tomar las decisiones que le parezcan, aunque sean las más descabelladas del mundo y aunque con ellas ponga en grave riesgo la seguridad nacional y hasta la paz mundial.

Lo que sí me parece una buena apreciación es que el actual mandatario de Estados Unidos no es que esté viendo tanto si le otorgan la elección, sino preparando el terreno para lo que será su futuro inmediato. Según las declaraciones de impuestos que publicó el New York Times, es un empresario endeudado hasta brillante y pintado copete, por lo que se dice ya que está pensando en poner su propio medio de comunicación para convertirse en la figura central preparando además su campaña para dentro de cuatro años, por lo que su insistencia en que le robaron las elecciones es parte de una estrategia y no simplemente un berrinche como muchos han dicho.

El pueblo norteamericano eligió en el año 2016, de acuerdo a su peculiar sistema y sin que obtuviera mayoría de votos populares, a Donald Trump y nadie cuestionó su triunfo porque fue con apego a las inexplicables y antidemocráticas normas del sistema electoral norteamericano. En esta ocasión volvió a perder en el voto popular pero perdió también en Votos Electorales, pero eso no significa que antes del 20 de enero no pueda seguir actuando, decidiendo y figurando como se le antoje. En otras palabras, es el precio que tienen que pagar los norteamericanos que le dieron el triunfo en las elecciones pasadas y los riesgos que pueda haber para la seguridad nacional y la paz mundial no tienen remedio porque a menos que la Corte Suprema de Justicia lo llame al orden, seguirá actuando no bajo la frase propagandística de Primero América sino en la idea central de todo este período, es decir, Primero Trump, aún por sobre los intereses fundamentales de Estados Unidos, país al que terminó de dividir profundamente.

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