Napoleón Barrientos

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Guatemalteco, originario de Alta Verapaz, forjado bajo los principios de disciplina, objetividad y amor a la patria; defensor del estado de derecho, de los principios de la democracia, con experiencia en administración pública, seguridad y liderazgo de unidades interinstitucionales.

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David Barrientos

El ser humano como sujeto social requiere de la interacción y de la convivencia con otros de su especie y se define así mismo a partir de su entorno. La actual pandemia, rompe temporalmente la naturaleza social, obligándonos a modificar rápidamente varios de nuestros hábitos; muchas de las cosas que veíamos como normales meses atrás, han dejado de serlo por lo menos temporalmente, otras no volverán y podremos comenzar a ver el mundo de manera diferente. Las medidas adoptadas para frenar el contagio en general han tenido y seguirán teniendo sus consecuencias, desacelerando los circuitos y líneas de producción y servicios; así, se vive una contracción económica global y experimentamos la mayor recesión de estos tiempos. Las personas estarán por un buen tiempo preguntándose, si aún hay peligro de infectarse de COVID-19 o cuando puede ocurrir la próxima pandemia, seguramente saldremos de esta pandemia con una nueva comprensión de cómo funcionara la sociedad.

Es entonces esta una época extremadamente fértil para la innovación, sobre todo por las herramientas tecnológicas que tendrán un papel clave en la época post pandemia; hoy al alcance de un buen porcentaje de la población mundial, que si bien es cierto, no sustituye la relación física interpersonal, si la traspone y sitúa herramientas nuevas y no tan nuevas, como formas de hiperconectividad; la pandemia solo aceleró la línea del tiempo por la necesidad de relación sin el contacto físico acostumbrado, la distancia social probablemente sea la norma durante mucho tiempo y que aún después de superar al coronavirus cambiará la forma en que las personas compren, vendan, trabajen, hagan ejercicio, se eduquen; empezando a alejarse de la obsoleta oficina o aula, lo que posibilita incluso la migración a comunidades menos saturadas, con el efecto positivo de una mejor calidad de vida fuera de las metrópolis congestionadas, esto por su puesto en la medida de quienes ofrecen estos servicios, orientan sus inversiones en tal sentido.

Lo cierto que es que nos espera un mundo más distanciados físicamente, menos herramientas y superficies comunes y más tecnología, aun cuando la crítica a la dinámica del mundo digital está en el ambiente, la realidad es que en los últimos meses sin duda ha permitido salvar vidas y mantenernos comunicados y aunque el globo terrestre pareciera haberse puesto en pausa, la verdad es que gira mediante la tecnología, el virus nos dio un empuje hacia el futuro, por eso lo encontramos tan difícil algunos, nos resistimos al cambio, cosa contraria a la generación que su kínder lo ha hecho a través de la tecnología este año.

Tampoco podemos ser tan optimistas, pues hay condiciones sin las cuales no podemos encontrar un rumbo positivo y una de ellas si no la más importante, es que la tecnología en la cual recae esta expectativa es precisamente que ésta, pueda llegar cada vez a más de los diferentes rincones del globo, sobre todo a los cinturones de pobreza sin acceso a herramientas digitales para educarse y trabajar, de lo contrario solo estaremos alimentando un mundo desigual y sin sentido social.

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