Oscar Clemente Marroquín

ocmarroq@lahora.gt

28 de diciembre de 1949. Licenciado en Ciencias Jurídicas y Sociales, Periodista y columnista de opinión con más de cincuenta años de ejercicio habiéndome iniciado en La Hora Dominical. Enemigo por herencia de toda forma de dictadura y ahora comprometido para luchar contra la dictadura de la corrupción que empobrece y lastima a los guatemaltecos más necesitados, con el deseo de heredar un país distinto a mis 15 nietos.

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Oscar Clemente Marroquín
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Anoche las cadenas principales de televisión de Estados Unidos, ABC, CBS y NBC, decidieron interrumpir la transmisión del mensaje del presidente Donald Trump desde la Casa Blanca cuando afirmó que se está realizando un fraude masivo en su contra y que le quieren robar las elecciones con el conteo de los votos enviados por correo por aquellas personas que no quisieron hacerlo personalmente por temor a los contagios del Covid. Los comentarios han sido de un comportamiento “no americano” de un gobernante que usa el podio de la Casa Blanca para despedazar al sistema electoral de su país, simplemente porque siente que su inicial ventaja se va esfumando.

Trump instó a todos sus electores a no usar el correo y asistir a las urnas para depositar su sufragio y la inmensa mayoría así lo hizo, llegando sin mascarilla a los centros de votación para expresar que ellos, como Trump, no le ponen atención al virus. Y esos votos depositados físicamente el martes fueron los primeros que se contaron en prácticamente todos los Estados, para continuar luego con los votos enviados por correo. Ya Bernie Sanders en una entrevista una semana antes había dicho que eso ocurriría porque así lo disponen las leyes de varios Estados y que eso daría una ventaja inicial a Trump y que luego, cuando se fueran contando los otros votos, diría que le estaban robando la elección. Dicho y hecho, porque desde el martes por la noche el Presidente se proclamó ganador pero dijo que había fraude en varios Estados.

Aunque hemos visto tanto muerto acarreando basura, pensar en un masivo fraude cometido en Estados Unidos, donde existen muchísimos mecanismos de control y supervisión, es realmente exagerado. Y por ello no sorprende que lo que dice Trump tenga como fundamento únicamente su palabra, sin prueba alguna para materializar realmente denuncias serias sobre un comportamiento anómalo en el proceso y escrutinio de los votos. Las autoridades estatales sostienen que en todos los centros de cómputo hay presencia de representantes de los dos partidos y hasta el momento ni una sola prueba fehaciente de fraude se ha presentado.

Hoy parece ser el día crítico para Trump y Biden porque Pennsylvania, Arizona, Nevada y Georgia han anunciado que en el curso de este viernes darán a conocer los resultados estatales y con ello la cantidad de votos electorales para cada uno de los candidatos. Al momento de escribir esta columna únicamente Pennsylvania sigue mostrando a Trump al frente, mientras que en los otros Biden encabeza, con diferencias que aún no permiten hacer proyecciones de quién podrá ganar cada uno de esos Estados.

Si la tendencia se mantiene, Trump podría perder la presidencia y aquí es donde se abre la gran interrogante. ¿Qué pasará en Estados Unidos cuando el gobernante llame a sus seguidores a “defender el triunfo” que según él le están robando? Si la batalla fuera legal lo primero que tendrá que producir la campaña de Trump son las pruebas del fraude, pero en el otro territorio, el de las revueltas convocadas por el candidato de la “ley y el orden”, no hacen falta pruebas porque para sus seguidores lo que él diga es la única verdad y es eso por lo que se puede armar Troya.

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