Arlena Cifuentes
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Hoy es un día crucial no solo para los Estados Unidos de América sino también para el resto del mundo. Se trata del proceso electoral de la gran potencia mundial y dependiendo de quien resulte electo como presidente así serán las repercusiones políticas, económicas, sociales, culturales y religiosas que se asuman y que afectaran de una manera u otra a toda la humanidad. Que insignificantes somos.
Por un lado el presidente republicano Donald Trump representa al conservadurismo contando con una base fiel que constituye un 30% además de tener el apoyo de quienes están de acuerdo con la implementación de las políticas adoptadas sobre el tema de la migración y los logros alcanzados en relación al despunte en la economía. Por otro lado supo utilizar muy bien, durante la campaña, el mensaje en contra de los demócratas al tildarlos de socialistas radicales con lo cual no estoy de acuerdo ya que el discurso de Biden demuestra estar basado en el populismo que efectivamente subyace en la búsqueda de un sistema de gobierno globalista. Su apoyo al aborto y al movimiento LGTB, no dejan duda alguna, corresponden a una nueva agenda que representa la implantación de un nuevo sistema a nivel mundial fundamentado en los intereses del plan orquestado para apoderarse del mundo siendo un eje importante la reducción de la población mundial. Sin embargo, cuenta con el voto anti-Trump por el cuestionado manejo de la crisis sanitaria íntimamente relacionada con el Covid 19; así también por su política social y económica provocada por las altas tasas de desempleo durante la pandemia; las tensiones raciales y las protestas violentas que se vienen produciendo en contra del racismo. Por otra parte, debido al alto grado de contagio el voto se ha venido ejerciendo también a través del correo lo cual ha servido para que Trump se pronuncie en contra de la utilización de este mecanismo denunciado la intención de un fraude electoral.
El voto católico ha sido disputado por ambos candidatos utilizando mensajes directos al ser, en esta oportunidad un voto inseguro, cambiante a pesar de haber sido siempre disciplinado a favor de los republicanos. En estas elecciones el desconocimiento y la desinformación han polarizado a este segmento importante de votantes. La agenda de Biden incluye muy claramente la legalización del aborto; así como el apoyo a la ideología de género. Los cristianos estaunidenses poseen información distorsionada como consecuencia de las campañas de desinformación y de censura además de que a las mayorías no les interesa informarse. Por ejemplo, CNN y UNIVISIÓN son medios de comunicación que favorecen a los demócratas y que cuentan con mucha audiencia hispana quienes lamentablemente no están conscientes de que por primera vez poseen un poder muy grande al momento de elegir.
Utilizando su discurso populista el candidato demócrata ha prometido aumentar el salario mínimo a $15 por hora lo cual gana votos a su favor. Lo que el votante es incapaz de ver es que esto estaría generando un enorme desempleo pues muchos empleadores no tendrán la capacidad económica para sostener sus empresas; el apoyo a los indocumentados es otra promesa populista al ofrecer la legalización de once millones de indocumentados desconociéndose que fue durante el Gobierno de Obama cuando más personas fueron expulsadas.
La designación de la jueza Amy Barrett para integrar la Corte Suprema es un buen augurio para los cristianos por su formación católica y los valores que detenta asegurando así la defensa de la vida y la familia logrando con su nombramiento una mayoría republicana en la Corte Suprema.
Entre la campaña de odio desatada en contra de Trump y la figura de Biden que no entusiasma, las encuestas son solo una aproximación aún no está dicho todo. De ser Biden el ganador la concreción de un mundo robotizado sin decisión propia será inevitable.