Carlos Rolando Yax Medrano

post author

Carlos Rolando Yax Medrano

Después de 14 años de gobierno de Jorge Ubico, un malestar generalizado conjugó intereses divergentes contra la dictadura y esto explica la heterogeneidad de los grupos en 1944: contra la dictadura todos, pero no en favor de la revolución. A 76 años del movimiento octubrista, aún existen diferencias entre quienes lo celebran y quienes lo lamentan. Nuevas corrientes ideológicas se abrieron paso a través de la organización de partidos políticos modernizantes, que posibilitaron la ampliación de la participación de los guatemaltecos. Los partidos políticos son la expresión formal de las corrientes de opinión. En un país tan heterogéneo como Guatemala, por lo tanto, es natural que haya opiniones y partidos contrapuestos.

Además de los principios liberales de carácter individualista en que se basó la Constitución de 1879, en la Constitución de 1945 se conquistaron otros de carácter colectivo, de bienestar y prosperidad social. La introducción formal de los Derechos Sociales, Económicos y Culturales en el marco jurídico nacional sigue siendo, hasta hoy, un tema controversial. En aquella época los terratenientes temían que se introdujeran cambios en la estructura de la nación que contravinieran sus intereses. Ahora, aún hay sectores que se oponen a la implementación de medidas para terminar con la inferioridad de condiciones que impiden el desarrollo de las naciones en el país.

El desequilibrio que significa la existencia de un gobierno rico frente a un pueblo pobre, fue uno de los motivos que dieron lugar a la búsqueda de cambios estructurales, y lo sigue siendo ahora. La justificada impaciencia del pueblo ante la inmutabilidad del gobierno por los abusos de autoridad reiteradamente cometidos, han llevado al país, de a poco, antes como ahora, a una situación de protesta pública. Las manifestaciones pacíficas de 2015 son muestra irrefutable de la necesidad de ponerle fin a una era y de darle inicio a una nueva. El repudio firme de antaño al fascismo y las dictaduras, se traslada al repudio firme de hogaño a la corrupción y la captura del Estado.

Todos los pueblos tienen una hora improrrogable en que resuelven por sí mismos las situaciones extremas. A pesar de que los intentos por retardarla parecieran, a veces, ganar la batalla, la llegada del momento de transformación es inminente. La vieja generación será desplazada por una nueva, pero las enseñanzas del siglo pasado deben ser recordadas. Aunque entusiasta, la nueva generación también será ingenua e inexperta. Donde no hubo oportunidad de prepararse por la prolongada tiranía ubiquista, ahora deben promoverse espacios que den lugar a la práctica política de gobierno para quienes, en el futuro, ejercerán la función pública.

La consolidación de la democracia, ahogado anhelo de la revolución, requiere de una transición que asegure la continuidad de los esfuerzos iniciados. El establecimiento del servicio público, moral y de carácter común, requiere de la formación y participación de los jóvenes que trascenderán del activismo a la política. Para lograrlo se debe aprender de los errores para no volver a cometerlos. Las alianzas deben construirse a partir de las coincidencias en lo que se está favor, no en lo que se está en contra, para que no sean efímeras; y las bases sobre las que se construyan deben ser las juventudes, para asegurar su existencia a largo plazo. “Si se quiere celebrar la revolución, la mejor forma es haciendo otra”. En nuestro contexto, si se quiere celebrar la revolución, la mejor forma es a través de las reformas.

Artículo anteriorOctubre generoso
Artículo siguienteIII. Sin participación ciudadana no hay salud